—¿Quiénes son? —preguntó Zuri a la anciana, no estaba contenta con esto. ¿Cómo podían vender niños abiertamente en este momento?
—No son nadie —ella apartó la mirada de Zuri—. Huérfanas de la calle frente a mi casa. Son hermanas.
—¿Y por qué crees que yo las compraría? —Zuri miró a las dos niñas. Una de ellas, la más joven, parecía muy tímida, ya que no dejaba de mirar alternativamente a su hermana, la anciana y luego a Zuri, mordiéndose las uñas.
Mientras tanto, la hermana mayor, miraba al suelo, no hacía ningún sonido en absoluto, aunque de vez en cuando, echaba un vistazo a su hermana menor.
—Porque el licántropo necesita niños.
Esto se estaba volviendo absurdo. —¿Y por qué el licántropo necesita niños?
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