Poder
Un estruendo sacudió la quietud de la sala, seguido de gritos aterradores que se alzaban en el aire. El sonido era inconfundible: una horda de monstruos avanzaba hacia ellos, y su incesante retumbar de pasos llenaba el espacio con una sensación de inminente desastre. Los rugidos, lejanos al principio, se fueron acercando rápidamente, fusionándose con los gritos de terror que resonaban entre los muros de Fuerte Vigía.Link y los sabios intercambiaron miradas rápidas, sabiendo que no había tiempo para la duda. Cada segundo que pasaba era un paso más hacia la ruina.Rotver corrió hacia la ventana y la abrió con las manos temblorosas. Cuando se giró hacia el grupo y vieron su rostro pálido y crispado por el terror, el tiempo pareció detenerse.—¡Link, mira! —La voz de Rotver cortó el aire como un cuchillo, temblando por la urgencia y el miedo. Se acercó con paso rápido, su rostro marcado por el terror—. Desde el castillo de Hyrule... han desplegado una avanzada de monstruos. Se dirigen aquí, hacia Fuerte Vigía. Son demasiados... muchos más de lo que habíamos previsto.Link dio un brinco, se acercó corriendo y miró por la ventana. Un nudo de horror se formó en su estómago al ver cómo una legión interminable de monstruos avanzaba desde el Castillo de Hyrule. Hinox colosales alzaban sus extremidades como arietes vivientes, mientras los centaleones rugían con una furia que sacudía la tierra. Los moblins, envueltos en llamas, hielo y rayos, brillaban como heraldos de la destrucción. Afuera, la visión de destrucción se desplegaba ante ellos, tan aterradora que hasta el aire parecía impregnado de maldad.Prunia estaba junto a él, con la respiración agitada y el rostro pálido. Miraba sin parpadear, como si el peso de lo que se avecinaba la aplastara poco a poco.—No hay tiempo que perder —dijo Prunia, esforzándose por mantener la compostura mientras dejaba caer los pergaminos que llevaba—. Tenemos que organizar la defensa. Fuerte Vigía es nuestra primera línea, y no podemos permitir que caiga. Josha, Rotver, necesitamos toda la información posible sobre su número y formación. ¡Hay que preparar a nuestros soldados! Link, dirigíos al abismo de inmediato. No hay tiempo. Haremos todo lo posible para proteger Fuerte Vigía.Los sabios intercambiaron miradas, y en sus ojos se veía la firmeza de quienes saben lo que está en juego. Link apretó la empuñadura de la Espada Maestra, el peso de la responsabilidad ardiendo en su interior.—Sabios, ya habéis oído —dijo Link, su voz firme y cargada de propósito—. Ha llegado la hora de actuar.Sin perder un segundo, los sabios asintieron y salieron del laboratorio de Prunia. Juntos, marcharían hacia la batalla final contra el Rey Demonio, con el fuego de la esperanza y el acero de la resolución brillando en sus ojos.Los soldados de Fuerte Vigía, exhaustos y heridos, intentaban mantenerse firmes a pesar de la abrumadora visión que se desplegaba ante ellos. Link, con la mandíbula apretada, apartó la mirada de la marea oscura y volvió su atención al grupo. Percibió el miedo reflejado en sus rostros, pero también distinguió la chispa del valor y la llama del coraje en sus miradas para dar sus vidas en una lucha que parecía destinada al fracaso. Esto no es suficiente, pensó Link con la mandíbula apretada. No puedo permitir que mueran aquí. No puedo permitir que su sacrificio sea en vano.De repente, sus corazones se paralizaron de miedo, cuando vieron que el cielo empezó a cambiar de repente. Una bruma de color rojo enfermizo empezó a teñir el cielo. Elevó la vista, y vio con creciente horror como la luna carmesí se iba alzando en el cielo, ardiendo sobre ellos, testigo impasible de la ruina que se avecinaba. Algo estaba pasando; no esperaban una luna carmesí hasta dentro de otros tres días. Pero ahí estaba, haciéndoles una mueca siniestra, como si los estuviera advirtiendo de que, en cualquier instante, podría aplastarlos.En ese momento, la certeza se cernió sobre él como un jarro de agua fría, dándose cuenta de algo terrorífico que le paralizó durante un segundo. Las principales aldeas de Hyrule, Hatelia, Ona-Ona, Arkadia, y todos los núcleos civiles cuyas patrullas habían dejado su puesto para dirigirse a Fuerte Vigía —estarían en grave peligro en este momento. Por todo Hyrule, las hordas de monstruos, que habían sido derrotadas una y otra vez, resurgían con fuerza renovada. La imagen de las aldeas indefensas llenó su mente, la angustia apretándole el pecho.Debido a la interrupción de Rotver, no llegó a saber si la totalidad de los civiles habían conseguido refugiarse bajo tierra, pero, aunque así fuera... ¿Cuánto tiempo podrían resistir antes de que las hordas del Rey Demonio los alcanzaran?El futuro de toda Hyrule estaba en juego. La desesperación trataba de abrirse paso en su mente, pero Link respiró hondo, obligándose a recobrar la calma. "No puedo dejar que el miedo me paralice, se dijo. Esto no es solo por Fuerte Vigía; es por toda Hyrule."Cerró los ojos un momento mientras rezaba una plegaria silenciosa a la diosa Hylia, en un intento por recobrar la calma —"protégelos, por favor". Dales tu bendición". Respiró hondo, sacudiéndose el miedo y la preocupación que le recorría todo el cuerpo, y se volvió a poner en marcha. No podía dejar que el miedo le paralizase.Una determinación feroz brilló en sus ojos. Alzó su espada, y su grito rompió el aire con una fuerza que hizo eco en los corazones de sus aliados.—¡Nos dirigimos al abismo!— gritó Link dirigiéndose a los sabios, con una voz que resonó por todo Fuerte Vigía, haciendo vibrar la fortaleza —¡Vamos a enfrentarnos al Rey Demonio! ¡No permitiremos que esta luna carmesí nos amedrente!Los sabios, inspirados por el coraje de Link, se reagruparon, listos para avanzar junto a él.Sin embargo, mientras se preparaban para correr hacia el abismo, una figura oscura se materializó en el aire frente a ellos. La momificada efigie del Rey Demonio, idéntica a la que habían encontrado en el castillo de Hyrule, se cernía sobre ellos, sus ojos llameantes fijos en Link.El avance de los monstruos se detuvo de golpe. Como si un comando invisible les hubiera sido dado, cada uno de ellos cayó de rodillas, rindiendo homenaje a la figura imponente que ahora los dominaba. El silencio se extendió sobre el campo, pesado y ominoso, hasta que, de repente, una risa fría y siniestra resonó en el aire.La risa del Rey Demonio, cruel y opresiva, llenó el ambiente, como si todo estuviera a punto de colapsar bajo el peso de su presencia. La oscuridad parecía apoderarse de cada rincón, y en ese instante, la desesperanza intentó abrirse paso.El Rey Demonio se inclinó hacia él, sus ojos ardiendo con una luz roja de desprecio.—Hola, Link —dijo el Rey Demonio, su voz cargada de sarcasmo y desdén, como si estuviera disfrutando del momento—. Discúlpame que me presente sin llamar. Pero he venido porque quiero proponerte un trato.La figura del Rey Demonio comenzó a descender lentamente. Mientras se acercaba, su aspecto momificado empezó a cambiar. Los sabios retrocedieron con cautela mientras observaban la transformación: la carne que antes parecía podrida se regeneró, las arrugas desaparecieron, y el rostro del Rey Demonio se rejuveneció hasta parecer el de un joven guerrero Gerudo, alto, fuerte y de una belleza inquietante. Su porte exudaba una energía inhumana, un poder absoluto que emanaba de cada uno de sus movimientos. Link tragó saliva, sintiendo cómo su fuerza se erosionaba ante la presión que ejercía su enemigo.El aire se volvió denso y frío a su alrededor, como si el mismo espacio entre ellos se hubiera vuelto más opresivo. La figura oscura del Rey Demonio mantenía su mirada llameante fija en él. El viento parecía detenerse, y el crujido de la oscuridad llenó el espacio, como si el propio tiempo se hubiera suspendido.—Te he estado observando durante meses —continuó el Rey Demonio, su voz suave, un susurro cargado de veneno que buscaba infiltrar cada rincón de la mente de Link—. Con tu poder, tus habilidades... ¿Por qué sigues defendiendo a estos miserables? Únete a mí. Te mostraré lo que realmente es el poder. El verdadero placer de imponer el dolor y el terror, de doblegar a los que se atreven a oponerse a ti.El Rey Demonio dejó que sus palabras flotaran en el aire, pesadas y seductoras, buscando la grieta más pequeña en la resolución de su enemigo.Las palabras se clavaban como dagas en el alma de Link. Él cerró los ojos por un momento, intentando bloquear el influjo del veneno que lo consumía, pero el Rey Demonio no le concedió tregua. Su voz seguía, enredándose en los temores y dudas que lo carcomían. Cada promesa de poder retumbaba en su pecho, una tentación que amenazaba con hacerlo sucumbir.—Entonces, héroe... —continuó suavemente, su tono casi divertido—¿Estás realmente dispuesto a enfrentarte a mí? ¿No prefieres unirte al bando ganador? Tú y yo juntos podríamos gobernar Hyrule. Con tu poder y el mío, seríamos imparables. No habría necesidad de proteger ni de sufrir por estos débiles. Los tendríamos a todos bajo nuestro control.Link dio un paso al frente, pero su cuerpo temblaba. No era solo el peso de la oferta, sino la verdad ineludible de que, por un instante, había sentido atracción por las palabras de su enemigo. El Rey Demonio se acercó más, y cada palabra que pronunciaba era una tortura lenta, un veneno que buscaba abrir grietas en su resolución.—Imagina lo que podrías lograr si canalizas tu fuerza hacia el lado oscuro —continuó, dejando que sus palabras se deslizaran suavemente en la mente de Link—. Con tu espada, podrías cortar a tus enemigos como si fueran hierba. No tendrías que preocuparte por proteger a nadie; podrías hacer que todos te temieran, que todos te respetaran.—¿Ves lo que te ofrezco? —El Rey Demonio, con un gesto lento y arrogante, fue señalando a los monstruos a su alrededor como si fueran simples peones bajo su control. Cada uno de ellos, arrodillado e inmóvil, obedecía sin cuestionar, sombras obedientes que aguardaban su señal. —Todo esto puede ser tuyo, Link. El poder, la obediencia, el respeto. Todo lo que debes hacer es arrodillarte ante mí.Link sintió un frío que calaba hasta sus huesos. La idea de poder era embriagadora, y por un instante, imaginó lo que sería ceder, dejarse llevar por esa promesa de grandeza. Pero la imagen de amigos caídos, del sufrimiento de los inocentes, le golpeó como un relámpago. Se tambaleó, con la respiración entrecortada, mientras el Rey Demonio daba un paso más, sus ojos rebosantes de malicia.El Rey Demonio suavizó su tono, volviéndose casi persuasivo.Link apretó los dientes, sintiendo cómo la desesperación se apoderaba de cada fibra de su ser. Pero aún así, algo en su interior se negaba a ceder. El Rey Demonio lo estaba destrozando, pero Link sabía que mientras quedara una chispa de luz, aún había esperanza.