Todo se sentía perfecto. Alejandro y Rain disfrutaban de una cena romántica bajo el cielo iluminado por la luna, acompañados por la hermosa música de un violinista que tocaba suavemente de fondo.
—¿Qué te parece si bailamos despacio? —sugirió Alejandro, y Rain asintió con entusiasmo. Se levantaron, y Alejandro la atrajo hacia él con los brazos enlazados en su cintura mientras ella rodeaba su cuello con los suyos. Se balancearon juntos al suave compás de la melodía.
Rain apoyó su cabeza en el pecho de él. Sentía el rítmico latido erótico de su corazón reflejando el propio.
Mientras giraban bajo la luz de la luna, Rain lo provocaba juguetonamente:
—No sabía que eras tan romántico. ¿Qué sigue? ¿Baños de burbujas a la luz de las velas? —dijo.
Ella se preguntaba qué diría él. ¿Consumarían su matrimonio esa noche? Después de todo, ¡ella estaba libre de su período menstrual! Sus mejillas ardían de vergüenza, tornándose de un rojo intenso.
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