Clifford y Sanya no se quedaron mucho tiempo. Después de tomar té y conversar, se despidieron. Rain, sintiéndose inquieta, se retiró a su habitación y no tuvo energía para cocinar la cena como había planeado. Se sentía emocionalmente agotada por el continuo silencio de Sanya.
Más tarde, cuando llamaron a Rain para cenar, ella se mantuvo sombría. Después, mientras Alejandro se excusó para atender otros asuntos, su suegro, Rock Lancaster, se acercó a ella con preocupación.
—Rain, ¿estás bien? —preguntó Rock suavemente.
—Estoy bien, Padre. Solo me siento un poco triste —admitió Rain.
Rock la guió a la sala de estar e invitó a sentarse. —¿Quieres hablar de ello? —ofreció.
Los ojos de Rain se llenaron de lágrimas y comenzó a llorar. —No sé por qué estoy llorando. Lo siento —dijo con la voz ahogada por la emoción.
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