—¡Mira, mira, hay pollos monteses!
El niño que corría delante avistó rápidamente a la presa, gritando emocionado.
—Es nuestro turno.
Bai Zhu y Ma Bao no podían esperar para intentarlo, sacaron sus arcos y lanzaron flechas, apuntando a los pollos monteses.
—Swoosh swoosh.
Las dos flechas se dispararon una tras otra, sobresaltando a los pollos monteses que graznaron y aletearon sus alas mientras volaban lejos.
—Ah, ¿pueden hacer esto o no? Los pollos monteses han huido.
Había quejas por todas partes.
—¿De qué te quejas? ¡Si tienes capacidad, dispáralos tú mismo!
Ma Bao estaba inconforme, dándoles una mirada descontenta.
—Swoosh.
Wang Meng tensó la cuerda de su arco, apuntó y disparó una flecha, acertando en el ala del pollo montés.
El pollo montés aulló mientras caía de las ramas.
—Woof woof woof.
Tres grandes perros corrieron emocionados, y en poco tiempo, Uno Gris volvió con el pollo montés en su boca.
—¡Wow!
—¡Hermano Meng es increíble!
—¡Increíble!
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