Meteró los objetos que encontró en una pequeña cesta y regresó al lado de la mujer herida. Agachándose, sus yemas de los dedos presionaron rápida y precisamente varios puntos de acupuntura, provocando que la sangre del herida disminuyera notablemente.
—Afortunadamente, está inconsciente; de lo contrario, el dolor sería insoportable e impediría el tratamiento.
El pequeño pollito aterrizó en su hombro y observó cómo ella hábilmente usaba una daga que encontró para cortar la ropa de la mujer en el sitio de la herida, aplicó un ungüento hemostático, y la vendó en una serie de movimientos fluidos y ágiles.
—Hermana Yu, ¿necesitas alguna ayuda de Papá? —preguntó el pequeño pollito.
Cuando Su Hu logró suprimir su ansiedad y miedo, cruzó por encima de docenas de cadáveres y se acercó temblorosamente a la mujer herida, Su Qingluo ya había tratado todas las heridas y terminado de vendarlas.
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