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La Tormenta de Mariposas

Ian continuó su viaje junto a su equipo, atravesando el denso y cada vez más hostil Bosque, Había pasado una semana desde su última batalla significativa, y en ese tiempo, Ian había logrado recolectar una considerable cantidad de 4 millones de puntos energéticos. A medida que avanzaban, Ian sabía que se acercaban al corazón del bosque, un lugar donde el peligro y las recompensas serían mucho mayores.

Sin embargo, no estaban solos. Una nueva amenaza se cernía sobre ellos. Sin previo aviso, el cielo sobre ellos se oscureció, como si una nube gigantesca hubiera cubierto el sol. Pero al observar más de cerca, Ian y su equipo se dieron cuenta de que no era una nube lo que oscurecía el cielo, sino una gigantesca acumulación de mariposas. Miles, tal vez decenas de miles, de estas criaturas aladas volaban en un patrón caótico pero perfectamente sincronizado. Sus alas brillaban con un resplandor místico, y su movimiento colectivo creaba una serie de patrones hipnóticos en el aire.

De repente, las mariposas comenzaron a atacar. Moviéndose en masa, el aire alrededor del equipo de Ian se llenó de ráfagas de viento cortante. Las mariposas mágicas parecían controlar el viento con cada batir de sus alas, desatando ataques de viento que eran como cuchillas invisibles que cortaban a través de árboles y rocas, levantando polvo y hojas en un torbellino mortal. Ian no tuvo tiempo para dudar.

"¡Formación defensiva!" gritó Ian, ajustando la posición de su equipo. El gigante de alma se colocó al frente, utilizando su gran tamaño para bloquear algunos de los ataques de viento, mientras que los goblins guerreros tomaban posiciones a su alrededor, utilizando sus escudos para proteger a los miembros más vulnerables del equipo.

Ian rápidamente dio órdenes al mono, que tenía la capacidad de controlar el atributo tierra. "¡Crea una barrera, rápido!" El mono asintió con agilidad y golpeó el suelo con sus manos. De inmediato, la tierra comenzó a temblar y elevarse. Una muralla de roca se alzó del suelo, proporcionando una defensa improvisada contra las ráfagas de viento que las mariposas seguían enviando.

Sin embargo, las mariposas no se rendían. Volaban en círculos, aumentando la velocidad de sus movimientos, y las ráfagas de viento se hicieron aún más violentas, golpeando la barrera de tierra con una fuerza tal que comenzó a agrietarse.

"¡Usen el frío para ralentizarlas!" ordenó Ian, dándose cuenta de que necesitaban aprovechar las habilidades de sus nuevos esclavos de alma. Los árboles vivientes que Ian había esclavizado emergieron, sus sombras alargándose en el suelo. De inmediato, comenzaron a invocar el viento helado, dirigiendo su poder hacia el cielo.

El aire alrededor del equipo se enfrió rápidamente, y una niebla helada comenzó a extenderse. Las mariposas mágicas, atrapadas en el viento helado, comenzaron a ralentizarse. Sus movimientos, antes ágiles y sincronizados, ahora se volvían torpes, como si sus cuerpos etéreos fueran pesados por la escarcha que se formaba en sus alas.

Los magos aprovecharon esta oportunidad. "¡Ahora!" gritó Tarek, el mago principal. Junto con los otros magos, comenzó a conjurar bolas de fuego. Las esferas incandescentes surcaron el aire, impactando en medio de las mariposas congeladas, creando explosiones de fuego que se extendían por el aire. Los ataques de fuego eran efectivos, pero las mariposas seguían siendo numerosas y formidables, reorganizándose rápidamente para evitar los hechizos de fuego.

Era una batalla feroz, y a pesar de la efectividad de sus estrategias, Ian se dio cuenta de que estaban en una lucha prolongada. Las mariposas no solo eran muchas, sino que también parecían tener una inteligencia colectiva, adaptándose a los ataques del equipo. Mientras algunas se sacrificaban para proteger a otras, las restantes seguían enviando ráfagas de viento, buscando puntos débiles en la formación de Ian.

Ian sabía que necesitaba encontrar una manera de romper esta lucha de desgaste o el equipo comenzaría a sufrir. "¡Conserven energía y mantengan la defensa!" ordenó, mientras pensaba en una nueva estrategia. Pero aún no tenía claro cómo ganar contra esta fuerza masiva de mariposas mágicas, cuyo poder combinaba perfectamente velocidad, agilidad y la capacidad de causar estragos a través del viento.

La primera parte de la batalla se prolongaba, y ambos bandos luchaban con determinación. Ian sabía que el desenlace de esta pelea dependería de quién pudiera mantener la resistencia más tiempo.

Mientras tanto, las mariposas mágicas seguían avanzando, su ataque constante y letal. La lucha apenas comenzaba, y solo el tiempo diría quién prevalecería en este enfrentamiento caótico en el centro del Bosque.

Las mariposas mágicas continuaban atacando en oleadas interminables, su movimiento sincronizado creando un torbellino de viento y caos que amenazaba con superar a Ian y su equipo. Las ráfagas de viento cortante seguían golpeando la barrera de tierra, que se agrietaba cada vez más con cada impacto. Ian se dio cuenta de que no podían mantener este ritmo de lucha por mucho tiempo; eran demasiadas mariposas, y su capacidad de ataque parecía infinita.

Observando la situación con atención, Ian tomó una decisión rápida. Optar por una estrategia defensiva era la única opción viable. "¡Cambio de táctica! ¡Vamos a resistir y desgastarlas!" gritó a su equipo, sabiendo que una confrontación frontal directa sería suicida.

De inmediato, Ian ordenó al mono continuar levantando y reforzando las barreras de tierra. El mono, lo que parecía sudando pero determinado, golpeó el suelo de nuevo con ambas manos. Esta vez, en lugar de una sola barrera, múltiples muros de roca comenzaron a elevarse, creando capas defensivas que se superponían para proteger al grupo de las ráfagas de viento y los ataques de las mariposas.

Los árboles vivientes intensificaron su viento helado, concentrando el frío alrededor de la formación defensiva. La temperatura cayó aún más, hasta el punto de que la hierba bajo sus pies se cristalizó en hielo. El aire frío se extendió hacia las mariposas, ralentizando aún más sus movimientos. Sin embargo, Ian sabía que el viento helado solo podía ralentizar a las mariposas, no detenerlas por completo.

Mientras las mariposas mágicas seguían lanzando sus ataques de viento, Ian dirigió su atención a los magos. "¡Conserven su energía! ¡Usen hechizos de protección en lugar de ataques!" ordenó. Los magos, obedeciendo, cambiaron rápidamente de táctica, conjurando barreras mágicas de protección alrededor de la formación. Los escudos mágicos resplandecían con un brillo tenue, reforzando las murallas de tierra y reduciendo el impacto de los ataques de viento.

Ian observaba con cuidado cada movimiento, midiendo el ritmo de la batalla. Se dio cuenta de que las mariposas, aunque numerosas, tenían que mantenerse en movimiento para mantener sus ataques efectivos. Si podían prolongar la batalla el tiempo suficiente, las mariposas eventualmente se cansarían o debilitarían. Su resistencia a la magia y al frío no era ilimitada.

"¡Mantengan la defensa cerrada!" ordenó Ian. "¡No ataquen a menos que vean una apertura clara! ¡Aguanten!" Con esta táctica, Ian pretendía evitar cualquier desperdicio de energía. Sabía que mantener el control del terreno y aguantar los ataques sería crucial para que sus enemigos comenzaran a perder su sincronización.

Las avispa reina y la avispa guardián y el ave líder y el normal comenzaron a volar en círculos alrededor de la formación defensiva, actuando como una segunda línea de defensa para interceptar cualquier mariposa que se acercara demasiado. Sus aguijones brillaban con una luz ámbar, listos para picar si se daba la oportunidad.

Mientras tanto, Ian observaba con ojos atentos, buscando el más mínimo signo de debilidad en las filas de mariposas. Su táctica defensiva ya estaba comenzando a dar frutos; aunque los ataques de las mariposas eran implacables, la falta de éxito visible estaba haciendo que algunos de sus movimientos se volvieran erráticos. Las criaturas parecían comenzar a perder la sincronización perfecta que las hacía tan letales.

"Así es, siguen así…", murmuró Ian para sí mismo, sabiendo que cada minuto que pasara aumentaría sus posibilidades de victoria. El desgaste era lento, pero seguro. Las mariposas estaban comenzando a dispersarse un poco más, lo cual era exactamente lo que Ian estaba esperando.

Manteniéndose firme, Ian sabía que la clave sería resistir y esperar el momento oportuno para contraatacar con todo su poder. La batalla aún estaba lejos de decidirse, pero su táctica defensiva le estaba dando a su equipo una oportunidad real de sobrevivir y, eventualmente, ganar.

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