Se quedó mirando la puerta, mucho después de que ellos se hubieran ido.
—Tome asiento señorita. —El Dr. Smith le indicó que se sentara y fue a sentarse detrás del escritorio.
La mente de Tina estaba repleta de distintas cosas. ¿Qué era lo que acababa de presenciar ahora? ¿No era aquel el supuesto esposo?
—Disculpe, doctor. —Ella llamó la atención del doctor.
—Sí señorita. —El Dr. Smith levantó la mirada y la observó por encima del borde de sus gafas.
—¿Cómo es que su esposo está ahora vivo? Creí que ella había estado llorando hace no muchos días en la casa del Alfa por la muerte de su esposo. —Se levantó y se paró frente a su escritorio, con la curiosidad evidente en su rostro.
—Lo siento, pero no puedo responder a esa pregunta. —El Dr. Smith la descartó y volvió a su tarea.
Tina todavía merodeaba alrededor de su escritorio, rehusándose a sentarse.
Exasperado, el Dr. Smith levantó la vista hacia ella, —¿por qué no va a su asiento? —preguntó con una voz calmada.
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