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"Pov de Wanda"

Iba a esperar a llegar a las 10 piedras de poder pero quería hacer este capítulo hace rato hacia que me gano.

Si quieren pueden saltearse este capítulo pero

Este es el punto de vista de Wanda así como una presentación de personaje espero les guste

Y si les gusta dejen su piedra de poder. Ya saben si hay bastantes saco siguiente capítulo

Si más aquí blablabla:

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Luego de decirle algo que molestó mucho a Stephen, estaba aquí sentada intentando contener mi risa.

¿Debería empezar desde el principio de todo, verdad?

Allí estaba yo, como un títere, siendo controlada por la destrucción, la gula y el caos.

Cuando tienes tres entes súper poderosos intentando controlarte, lo único que queda es simplemente flotar donde sea que te encuentres, esperando tu liberación.

En la oscuridad o el abismo.

Por alguna razón, podía ver otros universos, y era lo único que me mantenía cuerda. Obvio, mentalmente, ya que mi cuerpo estaba destruyendo realidades.

Entonces, mientras veía todas las versiones de mí siendo felices, algunas no tanto, lo encontré.

Una anomalía igual que yo. Pero él tenía el control total de sí mismo. Al principio, tenía que mantenerse oculto, pero lo noté.

Sentí un poco de envidia de él, ya que después de liberarse de sus ataduras, pudo hacer lo que quería con su poder.

No le importaba ayudar; es más, tal vez eso lo divertía y hacía amigos por todos lados, sin distinción.

Incluso arregló la vida de Wanda de su mundo para que viviera con su esposo y sus hijos.

Para ser sincera, eso me volvió aún más celosa.

Y a la vez también quería ser parte de sus amigos. Quería que me salvara como a los demás.

Aunque su sonrisa engreída a veces despertaba una maldad en mí, quería golpearlo.

Es una rara sensación, pero divertida a la vez. La última vez que me sentí así fue con mi hermano gemelo. Hermano que mi cuerpo asesinó sin compasión. Lo pude ver, como si me lo mostrara para poder controlarme aún más, aunque pudiera quejarme.

Vi cómo todos y cada uno de mis familiares fueron asesinados por mí.

Lo único que me quedó fue intentar usar la fuerza Fénix, una entidad que, al parecer, no pude controlar.

Por lo menos hizo que el caos en mí tuviera algo con qué entretenerse.

Hasta que, mientras flotaba en el espacio a modo de sello, me encontré con algo llamado la fuerza Goblin.

Una fuerza destructiva que, la verdad, no sé de dónde salió.

Y ahí empeoró todo.

Solo destrucción venía cada día, semana, mes, año.

Un día vi cómo el hombre que me llamó la atención por fin terminó su trabajo y pudo ser libre.

Libre, una palabra que solo podría decir con palabras.

Stephen se llamaba. O Dr. Strange. Lo vi pasarle sus tareas a Wanda y marcharse lentamente con una sonrisa engreída.

Eso encendió una ira en mí. No por Stephen o su sonrisa engreída, o tal vez sí. Fue por mí. Yo no busqué mi libertad como lo hizo Stephen.

Cumplió todos sus propósitos para poder ser libre, y yo sigo aquí flotando en el abismo.

Así que, de repente, sentí que podía salir y pelear con mis otros compañeros.

Pero en vez de eso, usé la poca conciencia que tenía para tentar a los demás a pelear con el único que podría frenarlos.

Me sentí un poco culpable, pero yo también quería su ayuda.

Yo también quería ser libre, y tal vez él podría detenerme.

Si lo hacía, yo pediría su perdón. Y tal vez podríamos ser amigos.

Cuando llegué y me vio, o a mi rara combinación de personalidades...

Por un momento, sonreí al ver que perdió su sonrisa engreída. Tal vez estoy proyectando a mi hermano Pietro en él. Por eso me molestaba tanto.

Al fin empezó la pelea. Para no lastimar a sus amigos y a su familia, me llevó a la punta del sistema solar.

Yo también quisiera ser parte de su familia. Tal vez sus padres quisieran adoptarme. Aunque luego de esto, no lo creo.

Nuestra pelea duró meses. Siempre al mismo nivel, lo que causó cambios en varios sistemas solares.

Por alguna razón, Stephen estaba sonriendo como un loco. Tal vez era la primera vez que peleaba con todo su poder.

Eso hizo que yo también sonriera. De verdad éramos dos psicópatas peleando con todo lo que teníamos.

Me di cuenta de que, incluso así, él intentaba ayudarme a entrar en razón, y aunque a veces casi lo lograba, en un punto ya no había salvación.

Así que, antes de que él perdiera toda esperanza en volver a sacarme de ese lugar, le pedí por favor que me matara.

De verdad ya no quería volver a ese lugar; prefería morir. Lástima que no podríamos ser amigos o familiares.

Aunque antes de que yo perdiera el control, intentó ser genial y me dijo: "Espero que si renaces puedas ser libre".

Eso me dio vergüenza, aunque pedí que si renaciera fuera como su hermana mayor. Aunque sé que solo fue una súplica al aire.

Lo que me dejó atónita fue la manera que eligió para detenerme.

Literalmente explotó. ¿En serio, maldito loco? ¿No había una mejor manera?

Bueno, no soy nadie para decirlo, pero eso sí fue genial. Tal vez él pueda ser el hermano mayor en la próxima vida.

Mientras veía el último rayo de luz esperando mi desaparición, pasó algo... raro.

Reviví. O más bien renací.

Aparecí frente a una casa antigua, bastante extraña. Y antes de que pudiera siquiera gritar, una amable señora salió por la puerta y me vio.

Me llevó dentro, me cuidó y alimentó. Y al final, me adoptó.

Pasó tan rápido que no pude procesar todo. Para mi defensa, era una bebé que podía estar despierta solo por un par de horas, así que...

Aunque estaba feliz por renacer, ser libre y todo eso, todavía vivía con culpa por la muerte de Stephen.

También me sentía un poco solitaria, y aunque la abuela que me adoptó siempre estaba a mi lado, no tenía familia.

Bastantes pensamientos tristes para una bebé, ¿verdad?

La abuela, viendo mi soledad, me inscribió en un jardín de infantes mágico. Sí, mágico, ¿no lo había dicho? La abuela que me adoptó era una bruja. Y bastante poderosa en su tiempo.

Parece que yo también lo era, porque cuando lloraba hacía temblar la casa. Genial, una bruja otra vez...

Pero parece que las brujas eran bastante normales. O sea, no para estar por todos lados, ya que vivían escondidas, pero había un mundo de magia bastante bien esparcido.

Volviendo al jardín de infantes mágico, fue bastante torpe. Los niños eran lindos en todo caso, pero molestos a la vez.

Y fue cuando lo vi.

Un niño rubio de ojos azules, exudando magia por donde pasaba, bastante inteligente para su edad, y lo supe en el momento en que lo vi.

Era mi hermano. Quiero decir, aparte de su apariencia igual a la mía —cabello y ojos—, podía sentirlo en mi sangre y en su sangre.

Una habilidad que noté que compartimos cuando le dijo a un compañero que tenía una maldición hereditaria. Jajaja, algo que hizo llorar a su compañero.

Por lo tanto, me alejé. Primero quería ver cómo era. Si me podría aceptar, si sabía quiénes eran nuestros padres. Somos bastante guapos y fuertes, por lo tanto deberían ser muy hermosos y poderosos.

Cuando me disponía a presentarme como su hermana mayor, sucedió lo que menos esperaba y lo que rompería mis esperanzas de tener una familia de verdad.

No me malinterpreten, amo a la abuela, pero quería tener una conexión.

Entonces, mientras iba hacia donde él estaba entrenando o jugando con sus amigos, escuché su nombre, algo que me dejó atónita momentáneamente: "Stephen".

¿En serio? Una coincidencia bastante... mala.

Pero eso no me detuvo; después de todo, solo es un nombre. Hasta que escuché de lo que estaban hablando.

Las artes místicas, y que Stephen estaba intentando recrear la magia de Eldritch.

¿En serio? ¿Cómo no me di cuenta? O sea, peleé a muerte con él por meses, debería reconocer esos movimientos mientras entrenaba.

También fuimos al jardín casi cada año, y recién me entero de su nombre.

En mi defensa, en la otra vida tardé más años en aprender su nombre.

Pero lo reconocí. Era el Stephen que me detuvo, muriendo conmigo en el camino.

Y así mi culpa resurgió. Sobre todo cuando me enteré de que él tampoco tenía padres, sino abuelos.

Aunque no lo gritaban a los cuatro vientos, era obvio que fue adoptado. Después de todo, sus abuelos son la pareja Flamel.

Supuestamente, la familia Flamel lo adoptó de una familia sangre pura noble francesa. Pero yo sabía que él era como yo.

Ahí se fue mi sueño de conocer a mi hermano y a mis padres. Y ser la hermana mayor, porque prometí que él lo sería. Rayos.

Lo peor es que la culpa no me dejó acercarme a él. Después de todo, él perdió todo por mi culpa.

Y aunque al fin encontré a mi familia, a mi hermano... no pude estar con él. Así que huí.

Teñí mi pelo. Eso no fue difícil; la magia hace todo fácil. Usé maquillaje para no parecerme a él, por si acaso llegaba a cruzármelo. Después de todo, ambos vivíamos en Francia.

Incluso elegí Ilvermorny, pensando que él optaría por Beauxbatons, pero parece que fue a Hogwarts e incluso se mudó.

Qué raro.

A medida que crecí, escuché de él todo el tiempo, ganando torneos y mostrando su fuerza. Como su hermana, me sentí orgullosa, pero también en conflicto.

Así que yo también me puse a recuperar mi magia. Y bueno, no fue tan difícil. Después de todo, mi magia es más de sentirla. Solo tuve que hacer "fush, wass, paw" y lo aprendí.

Aunque cuando se lo explicaba a los demás, ellos me miraban raro. Qué tontos.

Quise aprender sobre el libro de magia de Eldritch que Stephen publicó bajo un seudónimo, pero era bastante técnico y necesitaba mucho estudio. Sin un profesor fue difícil.

Así que solo pude crear armas simples, aunque me resultaba más fácil usar mi propia magia.

Después de años escapando de Stephen, mi abuela se enteró.

Se enojó un poco conmigo por ser una cobarde, pero me apoyó.

Cuando enfermó, dejé la escuela para cuidarla. Obviamente, iba a dar mis exámenes, así que siempre era la primera en la clase.

Lástima que la abuela no podía usar la poción de vida como los Flamel.

Ella, como doctora, utilizó una manera diferente para extender su vida casi 300 años, pero eso hizo que no pudiera alargarla más, o su alma sería destruida.

Como despedida, me dejó una bomba que estalló en mi cara.

Trajo a los Flamel a casa y les contó de mi existencia. Dejándolos a ellos, y a mí, completamente anonadados.

Luego falleció con una sonrisa, mientras le pedía a la señora Perenelle que me cuidara. Y así, comenzó a convertirse en polvo que voló por la ventana.

Era un hechizo que ella misma se puso antes de morir, ya que no quería un entierro ni nada de eso.

Estuve muy triste hasta que escuché la llamada de la señora Perenelle. Entonces me puse muy nerviosa.

Cada minuto que pasaba aumentaba mi ansiedad. Quería correr, pero no podía ni siquiera levantarme de la silla.

Hasta que escuché la llegada de dos invitados. Ya sabía quiénes eran: aquellos que probablemente se convertirían en mis hermanos.

Era una mezcla rara de emociones.

Intenté tranquilizarme y sentarme cómodamente, sin mostrar vulnerabilidad.

No sabía si él me reconocería solo por la sangre que compartimos. Y, por alguna razón, un pensamiento intrusivo me dijo que mostrara quién era.

Ese pensamiento ganó. Justo antes de que Stephen abriera la puerta, cambié mi ropa a la que usé en el último momento antes de morir.

Intenté mantener una gran sonrisa y disculparme con todo mi ser.

Pero cuando Stephen abrió la puerta, me miró... y luego la cerró. Luego empezó a hacer sus tonterías en la habitación contigua. Eso me enojó.

De verdad me enfadó. Ya no quería disculparme con ese tonto. Se supone que es mi hermano, ¿y me desprecia así?

O sea, sé que fue mi culpa, ¡pero supéralo! Incluso gracias a mí conoció a esa linda rubia de Francia, cuando antes ni siquiera podía tomar la mano de una mujer.

¿Debería robarle a su novia en venganza? Digo, ella es bonita y yo tengo la misma apariencia que él. Pero mejor saco ese pensamiento violento de mi cabeza.

Luego de pensarlo un segundo, ya no quería pedir disculpas. Los hermanos no necesitan eso. Simplemente demuestran su amor haciéndose la vida imposible, ¿verdad?

Por alguna razón, no podía controlar la gran sonrisa en mi rostro. Cuando escuché que volvería a entrar, seguía sonriendo.

Por lo menos, como la hermana madura que soy, voy a disculparme primero. Luego le haré la vida imposible.

A mi hermano mayor...

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