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¡Bang!
—Song Tian pateó la mesa frente a él, furioso—. ¿Dice que no está disponible? Bueno, ¡nosotros tampoco tenemos tiempo para esperar aquí!
—Antes de que Ye Xiaoyu pudiera hablar, una voz vino desde fuera de la puerta—. Si no estás disponible, puedes perderte. ¡Nadie te está obligando a esperar aquí!
—Song Tian se sorprendió y giró la cabeza para mirar hacia afuera.
—Allí estaba un joven vestido de blanco simple, con el cabello largo y suelto, exudando una especie de aura etérea y caballeresca. Song Tian no pudo evitar preguntar:
— Tú... ¿quién eres?
—¿Pequeño Yi? —Ye Xiaoyu se acercó rápidamente a él.
—Hermana Ye, ¿no te han hecho nada, verdad? —preguntó Guo Yi.
—¡No! —Ye Xiaoyu negó con la cabeza y dijo—. Solo están ansiosos por salvar a alguien y no han hecho nada. Tal vez...
—Permíteme manejar lo que sigue —dijo Guo Yi.
—¡Oh! —Ye Xiaoyu asintió.
—En ese momento, la mujer que había estado sentada se levantó y se apresuró hacia Guo Yi antes de decir:
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