No tienes miedo, yo sí.

Qiao Nan estaba guardando bien el lugar de ellas. Creía que Qiao Nan escondía cosas buenas en ese lugar.

—Zijin, ¿qué estás tratando de hacer exactamente? —La confundida Ding Jiayi miró a Qiao Zijin—. ¿De qué sirve saber dónde está el lugar? Qiao Nan, esa chica desgraciada, ha sido tan extraña desde principios del año pasado. Creo que no deberíamos revolver nada otra vez. Cada vez que hicimos algo, no solo no logramos acabar con ella, sino que también nos metimos en problemas nosotros mismos.

Qiao Zijin no tenía miedo, pero Ding Jiayi sí.

Ella había estado casada con Qiao Dongliang durante tantos años. Aunque a veces discutían, no era nada como lo que había sucedido hace unos días. Discutieron hasta las lágrimas, y Qiao Dongliang incluso le dio una bofetada directamente.

En comparación con los esposos de otras familias que golpeaban a su cónyuge cuando estaban de mal humor, Qiao Dongliang era considerado un buen esposo.