—Más besos… —repitió Liam.
Lana sonrió como una niña antes de responder feliz, —Vale.
En ese momento, ella de nuevo alzó rápidamente su cabeza para darle otro beso rápido a Liam en los labios.
—Ahí tienes. Ahora dame mi vino —murmuró Lana.
—¿Ya me besaste? No lo sentí, ¿pero estás besando a tu hermano? —Liam murmuró con una sonrisa en su voz ronca.
De alguna manera, a él le gustaba Lana cuando estaba borracha. Definitivamente era más dócil y obediente en ese estado, lista para besarle como él pedía y obedecerle sin usar su cerebro racional.
La cara de Lana se arrugó puesto que se estaba impacientando más por el vino ahora. Todo en lo que podía pensar era en beber más vino y en trucos para conseguirlo de Liam, ya que él había confiscado todas las botellas.
La otra mano de Liam acarició las mejillas ruborizadas de Lana. Luego bajó su cabeza suavemente mientras susurraba, —Mi Tigresa, déjame mostrarte la manera en que deberías besar a tu esposo…
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