—¿Ella es mi qué? —Solo vi sorpresa y curiosidad reflejadas en su rostro—. No tengo una hija. ¿De qué hablas, tía Glory? —Mi padre parecía intentar convencer a tía Gloriana de que estaba equivocada. ¿Realmente no quería aceptarme tanto?
—No, Aarón, ella es tu hija. Simplemente nunca lo supiste.
—No hay mujer con la que me haya acostado que haya quedado embarazada de mi hijo, tía Glory. Pensé que había encontrado a la indicada hace muchos años, pero resultó que no era verdad. —Lo observé mientras bajaba la cabeza como si estuviera dolorido.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo se llamaba ella? —le pregunté, claramente escuchando el enojo que se filtraba en mi voz.
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