¿Te dejé morir de hambre?

—Además, el césped del este está quemado de todas formas, así que ¿por qué no lo aramos para cultivar algo de col ya que la tierra está fertilizada? —Ca… Col… Xu Yi se quedó sin palabras y la expresión de Si Yehan también era indescifrable. Ye Wanwan bajó la voz y preguntó tímidamente:

—¿Cuál es el problema?

Si Yehan golpeó la taza de porcelana blanca y levantó la vista:

—¿Te estoy dejando pasar hambre aquí?

Ye Wanwan se atragantó:

—Um… No…

Desde que era pequeña, nunca le faltó ropa ni comida. En la casa de Si Yehan, esto también era cierto. Los chefs del jardín Jin siempre inventaban diferentes comidas creativas diariamente para lograr que ella comiera más porque si comía menos del estándar que Si Yehan había establecido para ella, esos chefs serían despedidos.

Pero ella tampoco sabía qué estaba mal consigo misma—tenía la costumbre de acumular comida como un hámster. Cuanta más comida tenía a su alrededor, más segura se sentía.