Fons, Koella, Residencia del Clan Harch - 10 de Abril - Año 526
«Debería hablar», pensó Lara, sintiéndose asediada por las miradas de Lisa y Serina Harch, sus tías, y las únicas personas, además de ella, que podían decidir el futuro del clan en ese momento, luego de la muerte de Michael y Ferral a manos de Rhys.
—Christine cree que soy la culpable —dijo, recordando el día del funeral.
«Espero que estés feliz con tu nuevo puesto en el clan, y cargando con la culpa de la muerte de mi esposo y mi hijo», fue lo que le dijo la viuda de Michael luego de que salieran del cementerio dos días atrás. Agradeció que Lisa estuviera cerca de ellas y sosegara la situación, porque lo último que quería era un escándalo frente a la prensa, quienes se encontraban a sólo unos metros de ellas mientras subían a las camionetas respaldadas por sus escoltas, y no es que deseara salir en todos los titulares de las noticias de Fons... De nuevo.
—Ella hace parecer que nunca estuvo enterada de las acciones de su esposo, o quizás no quiso hacerlo, pero sabiendo que Ferral seguía el mismo camino, no creo que haya vivido en una burbuja todo el tiempo, ignorando lo que su esposo e hijo planeaban hacer, ella era su cómplice —aseguró Lisa.
Serina la miró con un rostro cercano a la concordancia, aunque rápidamente volvió su mirada hacia delante.
—¿Tú crees que sabía lo de Thomas y Marie? —preguntó Serina.
Lara se había hecho la misma pregunta también. Días atrás, cuando les informó sobre el asesinato de Michael y Ferral a sus tías y sobrinas, aprovechó la situación para contarles a todos la verdad detrás de la muerte de sus padres, así como la desconfianza que había cosechado en el correr de los años a los miembros de su clan por esos intentos de asesinatos y complots contra ella. Pero, como lo suponía, ellos no sabían nada, y siempre se trató de conspiraciones únicamente del lado de Michael, y los que lo apoyaban, como su hijo y su esposa.
—Probablemente —respondió Lisa, no dudó mucho, pero no estaba tan segura después de todo.
—Si lo sabía no puede quejarse de que yo haya tomado esa decisión de pedirle a Rhys que me defendiera... Con todo lo que eso iba a desencadenar —dijo Lara.
—No tienes por qué darle explicaciones a ella, Lara, ahora eres la líder del clan, y las decisiones que se tomen desde hoy en la familia sólo las debatiremos los miembros originales, o nuestros sucesores, Michael hacía todo por sí mismo, nunca llamaba a reuniones, y malversaba los activos del clan para su conveniencia, hasta perdimos poder político por su tenacidad y orgullo... Todos sabíamos cómo iba a terminar, supongo que era inevitable —soltó Lisa, casi pasaba de tranquilidad a enojo en un instante, mientras leía los documentos del clan que Michael ocultó por años. Lara los había encontrado en la caja fuerte de su oficina luego del funeral.
—Desde que Thomas fue asesinado han sido años duros para el clan—comentó Serina—. Michael nunca fue bueno para los negocios, y el porcentaje de la empresa que le pertenece a la familia siempre fue manipulado y malgastado, estos números son los reales —señaló, tomando algunas hojas que su hermana había dejado en la mesa.
—La empresa sólo ha ido en ascenso desde que tomé el mando, ya que subcontraté nuevas fábricas al norte de Remia y adquirí un predio en Ash para trasladar la sede de Koella a la capital, nuestros ingresos aumentan un 10% anualmente... Debería llamar a la Junta Directiva a una reunión, para discutir un nuevo contrato y redistribuir los ingresos del clan —propuso Lara.
—No creo que sea necesario, ahora que eres la nueva líder también comenzarás a encargarte de los activos del clan, en tus manos estos no serán adulterados, y podremos ver ese aumento en los ingresos del que hablas... Sólo necesitábamos a alguien que supiera organizar y controlar todo eso —manifestó Lisa, esta vez la seguridad sí formó parte de sus palabras.
Lara la miró, con cierta desconfianza, no en ella, sino en esa nueva responsabilidad que le había surgido... Justo en el momento en el cual más tranquila quería estar, encargándose de su familia.
—De hecho... De eso es lo que quería hablar hoy en realidad. —Lara se irguió en su postura, y apoyó sus codos sobre la mesa, uniendo sus manos en el proceso. Sus tías le tomaron la atención, y se quedaron en silencio esperando que ella diera la palabra, curiosas—. Quiero ceder el liderazgo del clan —comunicó.
Lisa y Serina cruzaron miradas, confundidas.
—Espera... Eres la única opción, querida... No tenemos a nadie más, yo ya rechacé ese puesto muchas veces, mis hijas aún no tienen la edad para tomar tal responsabilidad, y Serina no puede involucrarse de esa manera en la familia por políticas de los Froyd... ¿Cómo resolverás algo así? —preguntó Lisa, llena de dudas.
Lara se vio un poco abrumada con la búsqueda de respuesta de su tía, pero tomó aire profundamente, y esperando las réplicas que sus tías darían a su propuesta... Lo hizo rápido:
—Quiero ofrecerle el puesto a Vince... Que vuelva y se encargue del clan —y lo dijo. Esperó un gran descontento de parte de Lisa y Serina, pero ellas más que verse disconformes se notaban incrédulas.
—Espera... ¿Vince? —Serina rascó un poco su frente—. Mi querido hermanito menor —rio.
A Lisa le causó gracia su comentario, y también rio en respuesta.
—¿Sabes, Lara? Esperaba que dijeras a muchas personas, pero, ¿Vince? Fue la única opción que no pasó por mi cabeza —adicionó ella.
—Si, lo sé... Parece una misión imposible, pero es que no hay otra forma, debo hacerme cargo de la empresa, probablemente Lee nos devuelva el puesto en el Consejo ahora que Michael ya no está, además todo lo demás de lo que me tengo que encargar de por sí, como mi hija, mi esposo, las tareas en mi casa o mi embarazo... A la larga no tendré ni el tiempo ni la energía para tanto, sólo quiero relegar algunas responsabilidades, no tiene que ser para siempre, por lo menos hasta que me organice con todo, esto fue muy abrupto y no estoy preparada todavía —explicó Lara.
—Lara, es Vince... No es que esté en contra de tu idea, para nada, comprendo muy bien a lo que te refieres, y sé lo duro que puede ser encargarse de tanto en tu condición y a estas alturas, pero dime... ¿Tú te vas a encargar de convencer a Vince de que vuelva? —consultó Lisa.
—Yo podría hacerlo, él me ama —afirmó Serina, convencida.
Lara miró a su tía con una sonrisa.
—Claro... Su hermanita preferida —contestó Lisa, con una elocuente sagacidad escondida detrás de su media sonrisa.
—Su hermana mayor preferida mejor dicho, no es que tenga mucha simpatía contigo, querida Lisa. —Serina le siguió el juego.
—Nunca entendí por qué Vince sólo se llevaba con papá y Serina... Michael y tú de igual manera eran sus hermanos. —Lara plantó su confusión en la charla.
—Es que, bueno, como sabes, Thomas, Michael y yo somos hijos de la primera esposa de papá, y Serina y Vince de la segunda... No nos criamos juntos, ellos vivieron con su madre y nosotros con la nuestra, el único que no hacía diferencias era Thomas, porque era el mayor y le llevaba diecinueve años a Vince y diecisiete a Serina... Al final fue él quien nos terminó uniendo a todos después de la muerte de papá —explicó Lisa.
—Lisa y yo nos llevamos bien porque somos las únicas mujeres de la familia, y teníamos muchas más cosas en común entre nosotras que con ellos, pero con Vince fue distinto, Michael siempre fue un cretino con él, conmigo también de hecho, pero como Thomas nos defendía nunca se atrevió a pasarse de la raya... Pero luego de que tu padre muriera, eso se acabó —Serina complementó a su hermana.
—Ya veo, por eso abandonó el clan cuando papá murió, no le gustaba que fuera Michael quien tomara el mando —supuso Lara.
Su tía la paró, levantando su mano.
—En realidad tenía miedo... Creo que él siempre supo cuál era la verdadera naturaleza de Michael, y se alejó antes de que terminara en una tragedia —aclaró Lisa.
—Entonces volverá si se lo pido... Ya no está Michael, y no hay nadie más indicado para ese puesto que él... Creo que sólo debo intentarlo, no voy a perder nada por hacerlo —dijo Lara, con decisión.
A Lisa y Serina no les quedó otra opción más que aceptarlo. Porque ninguna tenía una alternativa para ofrecer.
—Yo te puedo ayudar, tengo su contacto —se ofreció Serina.
—¿En serio, tía? Me harías un inmenso favor —aceptó Lara, con ilusión.
—Sí, luego te lo envío, tengo que buscarlo en mi teléfono... Creo que lo tengo agendado como: «Hermanito lindo», o algo así —bromeó. buscando la mirada de Lisa. Ella negó entre risas.
—¿Entonces todo quedó resuelto? —preguntó Lisa, dejando pasar lo dicho por su hermana—. Si él acepta... Tendremos un nuevo líder en el clan Harch.
—Sólo debemos esperar a ver qué decide, haré todo lo posible para convencerlo, estoy segura que aceptará —concluyó Lara—. Debo irme rápido, tengo una ecografía en una hora, y Rhys probablemente ya esté en camino hacia aquí —añadió, poniéndose de pie, mientras guardaba sus cosas en su bolsa—. Nos vemos luego, les iré avisando a medida que tenga nueva información.
—Claro, linda, te esperamos... Nos vemos —asintió Lisa. Y Lara salió corriendo de la habitación. Dejando solas a las hermanas.
Lisa movió su silla hacia atrás y comenzó a ordenar los papeles que estaban sobre la mesa, en carpetas. Su hermana hizo lo mismo, y la ayudó con algunos.
—¿Crees que funcione? —preguntó Serina.
Lisa siguió juntando los documentos, y luego de tener las dos carpetas completas las tomó en sus manos y caminó hasta la biblioteca que tenía a sus espaldas. Las colocó en sus respectivos lugares con cuidado, y en su recorrido por los títulos que dejaban verse en el lomo de los libros encontró uno peculiar: «Casa Harch: La creación de un imperio». Ese relato que retrataba la historia de su familia, de cómo llegaron a la cima... Probablemente la única prueba de tal grandeza... Una que perdieron mucho tiempo atrás.
—No lo sé... Pero debemos confiar en ella, sabe lo que hace y tiene una firme convicción, además de una mente brillante... Ella logrará reivindicar el nombre y el estatus del clan Harch.
«Llévanos a la cima otra vez... Lara».
Después...
—Que extraño, me dijo que estaba cerca.
Habían pasado quince minutos desde que la reunión con sus tías había terminado, ella se encontraba en el camino de la entrada a la finca que era propiedad de su clan, a las afueras de Koella.
Era un edificio antiguo, que se remontaba a la época dorada del clan, dos siglos atrás. La construcción se alzaba con majestuosidad por el campo, entre enredaderas que cubrían las paredes de piedra gastadas con el paso del tiempo, varios pisos de madera, que se repartían entre pequeñas torres de tejados grises, y balcones con altas y estrechas ventanas que permitían apreciar el vasto que jardín que envolvía la mansión, repleto de colores representados por todo tipo de flores y arboles inmensos, además de grandes arbustos podados a la perfección que funcionaban como muros, estos llegaban hasta la entrada, resguardando ese camino de rocas que salía a la carretera, y por detrás seguía su extensión hasta el lago que rodeaba toda la propiedad.
Ella había vivido ahí los primeros diez años de su vida, luego sólo comenzó a trasladarse de residencia en residencia, entre Ash y Koella, hasta que a los diecisiete años se mudó a Remia, y residió en ese lugar esos tres años que cambiaron su vida, donde conoció a Rhys y se enamoró de él, algo que perduraba hasta el presente, luego de haber pasado por tanto juntos.
A veces se le tornaba difícil creer lo que estaba viviendo, el crecimiento de su vida y responsabilidades, o de las relaciones con las personas que se encontraban a su alrededor, como su rol de madre con Leah, y con su futuro bebé, asimismo actuar como una mujer fuerte e independiente mientras todavía sanaba muchas heridas que aún persistían en ella, inclusive con el correr de los años. Pero tenía la ayuda de Rhys de su lado, y eso desembocaba también en su desempeño como esposa, porque aunque se amaran, su relación no era perfecta, y muchas veces tambaleaba si ambos no ponían de su parte.
Nunca deseó tantas responsabilidades, sólo fueron surgiendo con el paso del tiempo, a medida que ella fue tomando diferentes decisiones que de una manera u otra afectaron su vida. Desde el mando de la empresa, hasta adoptar a Leah, casarse con Rhys, y volverse parte fundamental de lo que él buscaba conseguir, viéndola como su verdadero motivo detrás de todo lo que ella significaba para él.
Y no era el final, ni por asomo, todavía faltaba mucho, ella estaba segura que ni siquiera habían comenzado las verdaderas responsabilidades que pondrían a prueba su propia fortaleza... Era lo que necesitaba, ella realmente quería que sucediera, porque no iba a vivir en ese lapso de idas y vueltas donde todo parecía fácil mientras más se acostumbrara por siempre. Todo iba a cambiar pronto, sólo debía estar preparada... Muy preparada.
El auto frenó frente a ella levantando un poco de polvo por el camino. Se le fueron los pensamientos reflexivos en un instante.
—¿Me estaba esperando, señorita? —preguntó Rhys, dejando ver su rostro a medida que la ventanilla del lado del conductor bajaba.
—Me dijiste cinco minutos... Hace quince minutos. —Ella se cruzó de brazos, en señal de protesta.
—Lo sé, lo sé, tuve que atender una llamada en el camino, y frené unos minutos —respondió él—. Discúlpame por hacerte esperar, mi vida... Sube, se nos hará tarde, tenemos treinta minutos hasta la ciudad —agregó.
Lara se tragó la molestia y caminó alrededor del auto hasta llegar a la puerta del acompañante. Rhys se estiró sobre los asientos para llegar a abrir la puerta antes de que ella lo hiciera.
—Gracias. —Ella entró rápidamente y cerró la puerta con fuerza.
—¿Estás enojada? —preguntó él, con ingenuidad.
—¿Acaso me ves enojada? —Ella ni se molestó en dirigir su mirada a él.
—Emm, ¿Es una pregunta retórica o me lo estás preguntando en serio?
«Que estúpido, ¿Por qué hice esa pregunta?», pensó Rhys, cuando percibió como ella giraba su rostro lentamente, lanzándole una fría mirada marcada debajo de ese ceño fruncido, gesto para el cual no necesitó ningún tipo de explicación.
—Mejor sólo conduzco en silencio. —Él volvió sus manos hacia el volante y el auto comenzó a avanzar por la carretera.
—Convencí a Lisa y a Serina de ofrecerle el liderazgo del clan a Vince... Sólo debo esperar a que él tome su decisión cuando le proponga la oferta —habló ella.
Rhys la miró de reojo, habían pasado varios minutos desde que la había recogido, y ese extraño enojo inicial pareció sólo desvanecerse sin motivo. ¿Por qué ella estaba actuando tan extraño?
—Lara —apenas pudo decir su nombre.
—Sí, lo sé... Sé lo que me vas a decir... Perdón por eso... Actué como una niña —ella lo interrumpió.
Rhys no se había percatado, pero la mano de ella estaba posada sobre la suya, que se encontraba apoyada en el volante.
—¿Pasa algo? —Él frenó al borde la carretera, y se dedicó a prestarle atención a ella, quien lo miraba con cierta insensatez. Como perdida en sí misma.
—¿Puedo hacer algo? —preguntó ella, moviéndose un poco su asiento, con su cuerpo tomando inclinación hacia su esposo.
—Por supuesto —él asintió.
Ella, rápidamente, cruzó por encima de él y se sentó en sus piernas, rodeando con las suyas el asiento de Rhys. Cuando lo consiguió, se recostó sobre el torso de su esposo, y su cabeza tocó su pecho.
—Así que era eso —él rio, con sus para nada lentas manos ya envolviendo el cuerpo de Lara, sobre el suyo—. ¿No te sucedió nada malo, cierto cariño?
—Tengo miedo —ella musitó.
—¿Miedo? —Rhys preguntó, no sorprendido del todo, podía esperárselo, sin embargo, ¿A qué?
—Sí... Sobre hoy, ¿Y sí tengo problemas? ¿Y sí es riesgoso? ¿Sabes lo difícil que será afrontar todo eso si existiesen complicaciones, o si perdiera el embarazo? No quiero sufrir otra vez, es injusto que la felicidad que siento al saber que seré madre se esfume en un instante... Y no puedo evitar sentir tanto miedo a que todo se arruine, y más luego de todo lo que dijiste ese día —ella declaró, poco a poco, su voz no paró de palpitar en ningún momento.
—Está bien, cariño, es normal tenerle miedo a lo desconocido, es normal no saber qué sentir cuando te sucede por primera vez, y es normal imaginarse todo lo malo antes de ver lo bueno, más aun conociendo nuestros antecedentes... Pero no es así, amor, tú eres una mujer sana, nuestro bebé también será sano, no habrá complicaciones, podrás sentirte segura todo el tiempo, no sufrirás... Y si me equivoco, no pasa nada, estaré a tu lado en todo momento, te cuidaré con mi vida, dejaré todo de lado con tal de que no te sientas sola, porque eres mi prioridad, y te prometí que me iba a quedar contigo el tiempo que fuera necesario, cuando se trata de ti, nada más importa, Lara... Siempre vas a contar conmigo, en lo que sea —Rhys aseguró.
—Siempre tan romántico, Windsor. —Ella apenas dibujó una ligera sonrisa en su rostro, suficiente para que Rhys tuviera ganas de no soltarla jamás.
—Contigo es imposible no hacerlo —declaró él, con la idea de quedarse en esa posición con ella el tiempo que fuera necesario—. Tengo algo de sueño, ¿Y si tomamos una siesta?
—Eres un tonto. —Ella comenzó a reír—. Si me das un beso quizás lo piense —agregó, sintiéndose más animada que al principio.
—Mira lo que me pides. —Él asaltó sus labios—. ¿Te sientes mejor? ¿Estás más tranquila? —preguntó, al separarse un poco de ella. Encontró los ojos de Lara al abrir los suyos, y sonrió.
—Tienes razón, supongo que es normal, y que esta no será la última vez que me suceda, pero mientras estés ahí para mi podré sobrellevarlo —aseguró su esposa—. Y no sólo estás tú, Leah se preocupa mucho por mí también, y sé que Vlas es un encanto, no se va a quedar atrás tampoco.
—Así es, estamos todos para ti, somos una familia, cariño, una familia está en las buenas y en las malas... Y hasta el final.
—Te amo, Rhys Windsor... No me importaría repetirlo toda la eternidad, sé que nunca me equivocaría.
—Decirlo no es suficiente. —Él la acercó un poco a sí mismo, empujándola con sus manos, que pasaban por detrás de ella, y cuando estuvo a punto de chocar su cabeza con la de ella, lentamente apoyó su frente en la de la mujer. El aliento de ella volvió el ambiente cálido, perfecto para hacer lo que tenía planeado—. Pero aunque no sea suficiente, siempre será lo mínimo que haré por ti... Yo también te amo, Lara Harch. —La besó otra vez—. Por ti, no me rendiré jamás... Voy a crear el paraíso... Para que tú seas feliz, junto con nuestros hijos, y nunca más vuelvas a sufrir... Aunque eso tampoco será suficiente, te mereces mucho más, pero mientras tú te quedes a mi lado... Para mí sí lo será.
Más tarde...
Fons, Pines, Residencia Harch - 10 de Abril - Año 526
Leah entró al edificio luego de una larga tarde fuera, en su caminata dentro del vestíbulo pasando por la recepción hasta el ascensor vio un reloj colgado encima de uno de los sillones que adornaban el lugar: 5:30 p.m. No era tan tarde, aunque sabiendo que salió al mediodía, confirmó que había estado más de cinco horas fuera. Había salido a realizar algunos trámites en primer lugar, luego de lo sucedido en Ash estaría un mes sin asistir a la universidad, y tuvo que presentar su receso en el correo. Luego de eso tuvo que ir de un lugar a otro comprando algunas cosas que Lara le había encargado esa mañana antes de irse a Koella, le hubiera gustado que Rhys o Vlas la ayudaran, pero ellos ya no se encontraban en la casa cuando ella despertó.
Ella era un poco impaciente, por eso le daba cierta molestia tener que esperar a que el ascensor subiera los quince pisos hasta el Pent-house de Lara. Al llegar al último piso se paró frente a la puerta del único apartamento que se encontraba ahí. Buscó su llave en su cartera pero no la encontraba, tuvo que soltar algunas de las bolsas que tenía en sus manos para dar una búsqueda más exhaustiva, pero seguía sin encontrarla.
«Maldita sea, ¿Y ahora?», pensó, dándose cuenta que había perdido la llave. «No puede ser, debe estar en una de las bolsas», siguió revisando hasta el fondo de estas, pero no encontró nada luego de unos quince minutos.
—¿Qué hago? —se preguntó, sentándose al borde de la puerta, con su espalda recostada en la madera.
—¿Acaso tengo una señorita en apuros? —dijo alguien parándose al lado de ella.
Al alzar su mirada divisó a Vlas con una sonrisa en su rostro, y su llave colgando de sus dedos.
«Como siempre», pensó ella, esbozando una sonrisa.
—¿Dónde estaba? —preguntó, poniéndose de pie. Alcanzó la llave de la mano de Vlas luego de estar parada.
—Se te cayó en el ascensor, me di cuenta que era la tuya porque eres la única persona en el mundo que tiene un llavero de Pink-Girl —señaló él, indicando el pequeño colgante de la heroína que llevaba la llave.
—Espera, ¿La conoces? —Leah lo miró sorprendida.
—Claro que sí, era mi serie favorita de pequeño, la miraba con Demian y Rhys, me puse muy triste cuando la cancelaron... Tengo una colección de figuras de acción edición limitada en Remia... Algún día cuando regrese te las podría enseñar —respondió él, con simpatía.
Ella sonrió.
—Me encantaría, siempre quise alguna, pero aquí era imposible conseguirlas sin que se acabaran a las primeras veinticuatro horas y hoy en día ya nos las fabrican más —dijo ella, con algo de desilusión enmarcada en su rostro—. Pero no importa, ¿Entramos? —preguntó, inclinándose hacia la puerta. Entró a la casa luego de colocar la llave en el picaporte y abrir la puerta.
—Claro. —Él la siguió hacia dentro del apartamento—. ¿Qué tal tu día? Vi que estuviste afuera toda la tarde, esta mañana fui con Rhys hasta Ash, estuvimos arreglando la casa, visitamos a Dean también, pero Rhys se tuvo que ir porque tenía que acompañar a Lara al médico o algo así, y luego de eso estuve con Mya hasta hace unas horas —contó él, a medida que caminaban hacia la sala de estar.
Ella dejó las bolsas sobre la mesada de la cocina, que daba hacia el pasillo, y siguió hasta un sillón.
—¿Con Mya? —preguntó, lanzándose en este. Sin dejar pasar ese detalle.
—Sí, me pidió que la ayudara en algo, ¿Te molesta? —preguntó Vlas, algo confundido, la mirada Leah no le daba total seguridad, ¿Acaso estaba celosa?
—No, para nada... Sólo que me pareció extraño que prefirieras pasar el día con ella que conmigo —declaró ella, haciendo un movimiento con sus ojos.
Vlas lo notó, se dio cuenta que ella estaba siendo irónica, aunque nunca había actuado así antes.
—¿Y eso? ¿Cuándo dije que no quería pasar el día contigo? —preguntó, confundido.
—Podrías haber venido aquí antes de irte con ella, o al menos podrías haber mandado un mensaje para preguntarme si te necesitaba, no lo sé... Algo —respondió ella, cada vez siendo un poco menos receptiva.
Vlas suspiró, entre ligeras risas, no le podía estar pasando eso, era la primera vez que tenía que lidiar con una novia celosa. Supuso que era algo que le pasaría en algún momento, y no le disgustaba que fuera así, pero, ¿Tan temprano? Salían hacía apenas dos semanas, y ni siquiera habían tenido esa charla necesaria para formalizar su relación, al menos hablar con Lara y Rhys sobre lo que ellos pensaban, porque también sabía que su opinión era importante, no sólo porque eran los padres de Leah, sino porque ambos vivían bajo su techo, y una relación conllevaba grandes responsabilidades para las que ellos quizás todavía no estaban preparados, e iban a necesitar a alguien que los guiara, a pesar de que también podrían hacerlo por ellos mismos, todo era más fácil si alguien que realmente lo vivió sabía aconsejar... Pero entre todo eso, no quería desviarse de la situación que le había surgido en ese momento: Celos.
—Leah, estuve en Ash todo el día, no es que preferí estar con Mya antes de venir a pasar el día contigo, de hecho le dije a Mya que me perdonara pero que tenía que ser rápido ya que el tren a Pines sale una vez por día en consecuencia a todo eso que pasó en la capital la semana pasada, y no quería verte recién en la noche cuando Rhys fuera a buscarme... Perdón si eso te molestó, pero, apenas estamos comenzando, Leah, creo que ambos tenemos nuestra vida y algunas cosas de las que encargarnos por nosotros mismos, y eso da paso a que no estemos juntos todo el tiempo, y debemos comprender eso, además, hemos estado juntos toda la semana aquí en Pines, también dormimos juntos todas las noches en tu habitación... Y permíteme tomarme el atrevimiento de hacerte esta pregunta, que siento que es necesaria ahora que estamos comenzando nuestra relación, pero... ¿No crees que vamos muy rápido?
Vlas plantó la discusión, no sentía que fuera el mejor momento para hacerlo, pero si no lo hacía ahí, no lo iba a hacer jamás, y los dos tendrían que seguir intentando acoplar sus personalidades en un relación sin antes haber debatido sobre lo que cada uno quería del otro. Dejando paso a peleas, confusiones, celos, molestias o lucha de egos. Él sabía que no iban a estar ausentes de problemas en su relación, sabía que eran inevitables, pero al menos, si lo charlaban con anterioridad, iban a ser problemas más fáciles de resolver, y no iban a concluir en una ruptura.
—¿Muy rápido? ¿A qué te refieres? ¿Acaso no somos novios? —cuestionó ella.
—Claro que sí, pero Leah, ni siquiera hemos oficializado nuestra relación, creo que ni Lara ni Rhys entienden muy bien lo que pasa entre nosotros, no hemos hablado sobre eso, un día sólo nos dijimos que nos gustábamos y desde ahí todo pasó tan rápido, y eso fue solamente hace dos semanas, ¿Me entiendes? No digo que esto sea un error, pero al menos podríamos sentarnos y hablar sobre lo que esto significa para cada uno... Porque yo realmente te quiero, y quiero estar contigo, pero siento que si no organizamos nuestros sentimientos y nuestros deseos todo puede terminar sin siquiera haber comenzado.
—¿No lo habíamos hablado ya? Ese día en la gala, creo que ambos dejamos en claro lo que queríamos del otro, luego estuvo esa vez cuando te sucedió lo de la pesadilla... Creí que, no lo sé, que todo había quedado claro —dijo ella, bajando un poco su mirada, lo dicho por Vlas tenía sentido, pero tanto sentido como lo que ella había asumido de la misma manera.
Él tenía razón en varias cosas, como en no haberlo hablado con sus padres, o al menos hablarlo entre ellos. Habían pasado muchas cosas desde que se dejaron en claro sus sentimientos, la emoción inicial nubló un poco sus pensamientos, y no los tomó con madurez, también entraba en la ecuación el hecho de que entre tantas cosas de las cuales él se tuvo que encargar, como su entrenamiento con Rhys o su trabajo de guardia en la coronación, no tuvieron el momento para hacerlo, el tiempo pasó, y dos semanas parecieron meses, podía entender que luego de que todo volviera a la normalidad se diera cuenta de lo rápido que había pasado, y el poco tiempo que eso significaba como para establecer una relación madura entre ambos adolescentes, que sin duda era lo que ellos eran.
Ella también tenía en mente su inexperiencia en relaciones románticas, había asumido que no necesitaba de aprender antes de tiempo, y nunca quiso preguntarle o responder las cuestiones de Lara sobre el tema, creyó que todo tendría sentido el día que encontrara alguien con quien querer comenzar una relación, y cuando este llegó, no estaba preparada.
No se iba a echar la culpa a sí misma, ni a Vlas, era algo que podía suceder, entre todas las opciones esa era la más factible. Quizás por eso había afrontado la situación con un poco de inmadurez, comprometiendo también a Vlas, y asumiendo algo erróneo sólo por no tener en cuenta sus propias necesidades, algo que no habría pasado si tan solo no se hubiese dejado llevar por sus sentimientos... Aunque de los errores se aprendía, y por eso estaban en tal situación en ese momento.
—Sí, pero eso sólo fue el comienzo... ¿Sabes? No todo se puede sostener solamente con una base, necesitamos trabajar juntos para construir alrededor, para hacerlo más fuerte y seguro, afianzar nuestros sentimientos, confiar en el otro, priorizar nuestras vidas pero sin dejar de lado nuestra relación... Sé que puede parecer mucho trabajo, pero ambos decidimos eso cuando aceptamos comenzar a salir, una relación se trata de avanzar día a día, no vale quedarse estancados, y para eso tenemos tiempo de sobra... Por eso siento que vamos muy rápido, nos estamos saltando pasos necesarios, que nos afectarán en el futuro. —Él había estado parado todo el tiempo, pero ante su último discurso, se acercó hasta el sillón y se sentó al lado de ella—. Leah, sé que esto es nuevo para ti, también lo es para mí, pero quiero que esto funcione, quiero que cada día a tu lado tenga sentido, que cada día sea una nueva emoción que me haga desear más y más estar contigo... Tanto he pasado, tanto que quisiera no volver a pasar, pero no puedo hacerlo solo, bonita... Necesito de tu ayuda, podemos hacerlo juntos, ¿Estás conmigo en esto? —preguntó, entre la mirada de Leah volviéndose cada vez más comprensiva y sus cálidas manos que no se querían separar de las suyas sintió que la respuesta ya estaba hecha, y aunque a veces una acción decía más que mil palabras, otra veces eran necesarias, y esperó.
—Perdón por actuar como una niña consentida recién, supongo que fue consecuencia de todo lo que acabas de decir, sé que todavía me quedan muchas cosas que aprender y que entender para sentirme totalmente preparada para llevar adelante una relación dejando de lado mi ego y ciertas actitudes que afectan más de lo que parece... Pero yo tampoco quiero que esto se acabe rápido, y me gusta estar contigo, me gustas tú... Y todo eso que me falta por aprender, quiero aprenderlo contigo, Vlas... Así que, no queda más nada para decir que eso... Estoy contigo en esto, más que nunca —asintió ella, divisando la sonrisa dibujarse en el rostro de su chico, probablemente contagiado por la que ella tenía enmarcada en el suyo.
—Te quiero, bonita... No sabes cuánto. —Él le dio un abrazo, hundiendo su nariz en el suave y cálido cabello de Leah, su dulce olor lo envolvió, y sintió que no se iba a arrepentir de esa decisión jamás.
—Yo también te quiero, tonto... Te quiero mucho —ella respondió, afianzándose entre los brazos de Vlas. Si él pensó eso de su cabello, ella le dio una respuesta de la misma manera... Pero con algo más—. Quisiera que esos ojos verdes iluminen mi camino toda la vida.