—Mis labios... —Amanecer frunció los labios después de que Cenit terminara con ella, su mirada azul llena de molestia y no dijo nada, mientras rozaba su pulgar contra su labio inferior—. Necesitas disculparte.
—No lo haré —gruñó Cenit—. Bajó su cuerpo y lamió su labio—. ¿Qué haces aquí?
—Te extrañaba —Amanecer rodeó el cuello de Cenit con sus brazos y luego levantó su cuerpo para besarlo de nuevo.
Estaban solos en la tienda, por respeto Celine y Piros salieron a darles a ambos el tiempo que necesitaban para saborear algo de tensión.
—¿No me extrañas? —Amanecer se frotó contra él, lo que hizo que sus ojos azules se oscurecieran—. ¿No me extrañas?
—Amanecer —Su voz gutural le envió un escalofrío por la espalda, pero esto la hizo aún más audaz—. Te extraño... —mordisqueó su cuello, mientras la llevaba a la cama improvisada.
—Demuéstramelo entonces si me extrañaste.
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