—Amanecer despertó cuando sintió a alguien besándola, cubriendo su rostro con besos incansables, hasta que se despertó. No necesitaba abrir los ojos para saber quién era.
—Zen, tengo sueño —Amanecer no podía decidir si bostezar o reírse. Intentó alejar su cara de la de él, pero él agarró ambos de sus brazos y los sostuvo con una mano.
—Necesitas comer.
—Está bien, está bien. Ya me levanto —Amanecer abrió los ojos perezosamente y luego sonrió de oreja a oreja.
—¿Por qué sonríes tanto? —Su sonrisa era deslumbrante, a él no le importaba la razón, solo quería verla sonreír así.
—Porque mi pareja es muy guapo —exclamó Amanecer, lo que hizo reír a Cenit.
Las cosas eran muy diferentes entre ellos, a medida que sus memorias regresaban, la manera en que interactuaban también cambiaba. Cenit ya no era ese tonto que la besaba sin permiso. Bueno, todavía la besaba sin permiso, pero Amanecer ya no veía la tristeza en sus ojos ni lo misterioso que era.
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