La audacia de esta mujer era espantosa. ¿Cómo se atrevió a implicar a Amanecer en su propio fracaso? Fue muy sutil, pero Cenit estaba acostumbrado a muchos esquemas.
—Si en dos semanas no pudiste curarlo, tendré tu cabeza en la horca junto con esos traidores.
Aurel estaba sorprendida, y también Piros y Darío. El beta real pensó que el alfa se estaba pasando de la raya.
—¿Cómo pudiste hacer eso? ¡Vas a crear problemas con el Santo Reino! —Aurel alzó su voz por el miedo—. Si me matases, el Santo Reino no tomaría el asunto a la ligera. ¡Tú también lo sabes! No lleves las cosas tan lejos.
—Si tienes tanta confianza en tu poder, hasta el punto que no permitiste a nadie revisar al rey, creo que es una apuesta justa.
Aurel no quería que nadie cuidara del rey. Podría parecer arrogancia de parte de Aurel, pero Cenit podía oler algo más en este comportamiento.
Sin embargo, podría ser sólo él, pensando demasiado las cosas como de costumbre.
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