África. Nación de sandala.
El cielo sobre Sandala estaba teñido de un gris amenazante, como si hasta las nubes entendieran que el fin estaba cerca, o así lo interpretaba el señor de la guerra.
M'Buku Wa Tchaka se encontraba frente a la ventana de su despacho, observando con la mandíbula tensa los incendios que se extendían por el horizonte.
"la gente se dio cuenta, esta situación se salió de las manos". Pensó con frustración.
A lo lejos, las columnas de humo se alzaban desde las calles de la capital, donde los trabajadores mineros, agotados por años de opresión, finalmente habían estallado en rebeldía.
Completamente enloquecidos o la furia me regocijo de una intervención extranjera qué involucraba a súper hombres en su región.
Todo su imperio, construido sobre los huesos y la miseria de su pueblo, estaba desmoronándose ante sus ojos.
Todos sus esfuerzos, tal parecía que serían en vano.
En otro momento, habría respondido con brutalidad. Habría enviado a sus soldados para aplastar la revuelta, sin dudar en sacrificar más vidas en nombre de la estabilidad que le proporcionaba las ganancias que necesitaba para llevar la forma de vida que deseaba. La cantidad de dinero suficiente como para suministrarse las dosis que le asian sentir poderoso.
Después de todo, en este mundo solo existía el poder real.
Pero incluso si se inyectara las dosis que tanto apreciaba, no tendría la fuerza suficiente como para mediar con todo el país.ya no tenía el control, Las noticias que llegaron esa mañana lo habían quebrado.
Un equipo de héroes, un grupo selecto enviado por la Asociación de Héroes y reforzado por los Estados Unidos, se dirigía hacia él.
Las noticias internacionales nombraron esta situación como El fin de la dictadura de Sandala.
La caída del "tirano", podía verse en los títulos de la primera plana de su periódico, todos los periódicos de cada imprenta que existía en Sandala.
Sabía perfectamente lo que eso significaba: su captura o su muerte. No habría negociación, ni exilio en algún paraíso lejano.
Los crímenes cometidos contra su propio pueblo lo condenaban a una ejecución inmediata según las leyes de su país, y en caso de ir a juicio internacional. Probablemente terminaría encerrado en la prisión más oscura de la gente pueda imaginar.
Machete, Ninja Mexicano, Miss Audaz, Puño de Hierro, Imix y Coronel de Plata. Si bien no eran nombres conocidos al nivel mundial como los siete, estos Héroes eran buenos en lo que hacían, famosos en su país por ser capaces de luchar contra super humanos.
Y como si eso no fuera suficiente, Estados Unidos había enviado a tres de sus mejores: Nova, la Antorcha y Bárbara.
Estos sin embargo, eran recientes pesos pesados proporcionados por el gobierno de los Estados Unidos.
Con un suspiro profundo, M'Buku dejó caer su pesado cuerpo en la silla frente al escritorio.
Miro por el rabillo del ojo un pequeño frasco azul. La sustancia casi agotada de aquel elixir lo suficientemente caro como para financiar todo un país de bajos recursos por un año.
El compuesto V, una versión que solo podía conseguir en el mercado negro a través de sus colaboradores y benefactores.
Tal parecía que su ambición de poder, de ser parte de lo que él consideraba lo más importante en el mundo, de ser súper, se acabaría Pronto.
La madera crujió bajo su peso. Encendió un puro y dejó que el humo llenara sus pulmones, tratando de calmar los nervios.
Pero la verdad era ineludible: no importaba cuántos cigarros fumara, cuántos tragos de whisky bebiera, la certeza de su muerte se cernía sobre él como una sombra.
"Probablemente estados Unidos me matará antes de que me lleven a juicio", reflexionó para sí mismo.
—¿Así termina?— murmuró para sí mismo. "Yo, el señor de la guerra, el hombre más fuerte de este país, el más cercano a la raza superior, reducido a esto. Un hombre esperando su sentencia…"
Pero, en el fondo, sabía que nunca había sido el verdadero poder en Sandala, sabían que nunca podria ser parte de los seres superiores. Jamás seria un súper humano.
Desde que tuvo la oportunidad de presenciar el verdadero potencial de los super hombres, observando como un simple hombre levantaba entre sus manos un tanque de guerra, supo que tenía que hacer hasta imposible para hacer como aquel hombre.
Investigó por años, hasta lograr encontrarse con la información del compuesto V, a fuente de todos los superpoderes.
Entonces se había jurado hacer hasta lo imposible con el fin de obtener los poderes que tanto deseaba. Y así se hizo con el poder su país, para apropiarse de los cursos y costear el tratamiento que tanto necesitaba, para algún día va a tener sus habilidades permanentemente por la ingesta masiva de compuesto V.
Pero los años pasaron, y los poderes que tanto anhelaba, jamás se manifestaron debido a que el compuesto que poseía era una variante diluida. Los recursos naturales que su nación poseía —oro, diamantes, coltán— no eran suficientes para lograr costear una dosis concentrada en compuestos. Por no decir era prácticamente imposible encontrarlo en su máxima concentración. Se permitió ser un títere, y todo en vano. Transformándose en un esclavo de las corporaciones y sus benefactores, con la esperanza de sobrepasar los límites humanos.
Los verdaderos amos eran los gobiernos extranjeros que le proporcionaban armas, dinero, apoyo político y los contactos adecuados para conseguir su elixir. Rusia, con su insaciable sed de energía e innovación balística, era el mayor comprador y beneficiario de su régimen. A cambio de mantener las minas productivas, le habían garantizado poder durante años. Hasta ahora.
Un golpe fuerte en la puerta lo sacó de sus pensamientos.
—¡Adelante!— gritó con voz cansada.
La puerta se abrió con un chirrido, revelando a tres hombres vestidos de negro, con abrigos largos y pesadas botas militares.
El brillo de sus ojos delataba su procedencia. Eran agentes de la KJB, enviados por Rusia para asegurarse de que M'Buku cumpliera su parte del trato.
—Señor Tchaka,— dijo uno de ellos con un marcado acento ruso, su voz tan fría como la brisa que se colaba por las ventanas rotas del despacho. — pese a la situación que se nos ha presentado en estos últimos días, No podemos permitirle escapar todo este proyecto en el cual se le ha invertido por años. Usted tiene una responsabilidad que cumplir con nosotros.
—¿Responsabilidad?— M'Buku rió amargamente, una carcajada áspera que resonó en la sala. —Mi país está en ruinas, mi pueblo se rebela y esos héroes están a horas de llegar. Lo peor de todo es que no cumplieron con lo que se me prometió. En lo que a mí respecta, no queda nada que salvar. No queda nada que salvar. Mi única responsabilidad es sobrevivir, y ni siquiera puedo garantizarme eso.
El líder de los espías avanzó, apoyando sus manos sobre la mesa. Su expresión era de acero.
—Nosotros no hemos terminado con usted, Tchaka. Sandala aún tiene recursos que extraer, y nuestras relaciones comerciales no han finalizado. Si huye ahora, no solo perderá su vida, sino que también perderemos nuestra inversión. Pero quiero que sepa que esto no es ningún tipo de contratiempo que no podamos resolver. Por lo que si aún hiciste en querer escapar, déjeme dejarle en claro en que será eliminado y posteriormente reemplazado por alguien más competente. no permitiremos que nuestros intereses sufran algún tipo de contratiempo.
M'Buku lo observó, incrédulo. Estos hombres, parecía que no entendían la gravedad de las cosas. No importaba cuántos recursos quedaran por extraer, los héroes vendrían a por ellos.
Pero luego reflexionó sobre sus pensamientos, no pude evitar tocar una carcajada. ¿Por qué no seguirían como si nada hubiese pasado?
Ellos eran Rusia, ellos podían lidiar con las repercusiones o altercados imprevistos.
los rusos seguían aferrados a su control, y el señor de la guerra los admiraban hasta cierto punto por eso. Pero luego recordó algo importante.
—No entienden, ¿Y sí el mexicano más grande se encarga de la situación?— comenzó a decir, recordando la lucha que había tenido contra el difunto dictador Corea del norte. Ellos eran dioses, lo que él desesperadamente trataba de alcanzar al comprar grandes cantidades de dosis de recompuesto V. Entre su diatriba desesperada, el agente lo interrumpió.
—Entendemos mejor de lo que cree. Sabemos que esos héroes son formidables. Incluso tenemos calculado una posible intervención de yocaju en el peor de los casos. Pero no se preocupe, señor Tchaka. No está solo. Tenemos algo que ellos no tienen.
M'Buku se apoyó hacia atrás en su silla, entrecerrando los ojos.
—¿Y qué puede ofrecerme Rusia ahora? ¿Que puede brindarme para protegerme de aquel demonio de los cielos?— preguntó con desdén. —¿Una bala en la cabeza o una celda en Siberia, esa es su solución?
El espía sonrió levemente, un gesto que no alcanzó sus ojos.
— nuestros recursos de inteligencia gubernamental está altamente capacitada y mejorada física y mentalmente para cualquier tipo de inconveniente. Y bien no tenemos el compuesto V, también portamos nuestra propia investigación sobre suero de poder. Además, tenemos a nuestro propio superhombre. Un héroe que, en su tiempo, fue más poderoso que cualquiera de los que vienen por usted.
El agente de la kgb explicó mientras continuaba.
La puerta de la oficina volvió a abrirse para mostrar a otro integrante del equipo ruso. Aquel individuo tenía una altura de 2 metros, estaba vestido completamente de negro y portaba un chaleco táctico en el que estaba repleto de municiones de todo tipo.
Tenía múltiples armas blancas alrededor de sus rodillas, y su rostro estaba cubierto por una máscara negra. aquel individuo Parecía un agente táctico encubierto.
— Lo llamamos The Winter Boy. Ha sido telepáticamente lobotomizado para acatar nuestras órdenes sin cuestionarlas. Y está aquí, en Sandala, para asegurarse de que usted mantenga el poder.
Los ojos de M'Buku se abrieron de par en par. Había oído rumores de los experimentos soviéticos con súper humanos, pero nunca había visto pruebas. ¿Podría ser cierto? ¿Tendrían un ser tan poderoso bajo su control?
—¿Y ese… hombre? ¿Es tan fuerte como dicen?
—Más de lo que puede imaginar,— respondió el espía con frialdad. —Ningún héroe que venga por usted será capaz de detenerlo. The Winter Boy ha sido programado para eliminar cualquier amenaza que se cruce en su camino. Los héroes serán exterminados, Solo necesita resistir un poco más.
El aire en la habitación se volvió pesado. M'Buku sabía que estaba entre la espada y la pared. Si se negaba a colaborar, los rusos lo eliminarían y sería reemplazado por alguien igual o más despiadado. Lo peor es que jamás lograría alcanzar el objetivo por el cual había vendido incluso a su propia patria. Pero si continuaba aferrado al poder, había una probabilidad de un 50% de que los héroes lo destruirían. La única opción era confiar en esa supuesta arma secreta. Aquel sujeto desconocido que tenía frente a él.
— me proporcionarán aquel suero del que me hablaron, o de lo contrario mátenme aquí y ahora. Esos son mis términos. —el señor de la guerra determinó, sin miedo a la represalia de estos agentes. De todos modos el infierno estaba asegurado para él. — ¿Qué debo hacer?— preguntó con determinación.
—Mantenga el control, Aplaste las revueltas, Y deje que nosotros nos encarguemos de los héroes,— respondió el espía. —The Winter Boy será su guardaespaldas, junto con un equipo táctico mejorado, un lote de nuestros mejores agentes. Todo estará bajo control.
En ese momento, una explosión resonó a lo lejos. Los gritos de los ciudadanos enfurecidos se hicieron más fuertes, y M'Buku supo que el tiempo se agotaba. Afuera, el caos crecía. El humo de las minas quemadas se elevaba hacia el cielo, como una advertencia de lo que estaba por venir.
El dictador se levantó, apoyándose pesadamente en su escritorio. Sacó de un cajón de su escritorio una magnus para hueco a sentir. También sacó del escritorio una jeringa con una dosis del compuesto V, el cual no perdí el tiempo y se inyectó.
La reacción fue inmediata, en cuestión de segundos, fuerza impía recogió de su cuerpo. Miró con determinación y sadismo a los agentes rusos, completamente dopado para hacer cualquier tipo de atrocidad sin el más mínimo rendimiento.
—¿qué demonios estamos esperando entonces? Matemos a esos malditos hijos de...
Los héroes estaban en camino, y, junto a ellos, el juicio final para M'Buku Wa Tchaka. Pero él no caería así como así. Primero les arrancaría las manos a esos héroes e intentan poder con sus objetivos.