Matteo estaba sentado en la sala, esparcido en el sofá para echar una cabezadita ya que no había podido dormir la noche anterior. Cada momento con Stella estaba lleno de gatillos de todas las partes de él. De alguna manera, eso lo hacía sentirse más vivo. Pero otras veces, lo estresaba de maldita sea.
Casi era difícil pasar un día sin pensar en cuánto mejor sería la vida si pudiera ceder a la idea de hacerla suya. Pero no había manera de que eso sucediera, ya que el miedo a su pasado lo haría demasiado asfixiante.
¿Pero qué daño había en simplemente ceder a los placeres de uno?
Stella, por otro lado, se dirigía hacia la habitación, completamente ignorando el hecho de que había algo que podía hacer para que todo este malestar desapareciera. Claramente no quería tener nada que ver con ella excepto trabajo y sexo. Si pudiera simplemente apagar sus sentimientos, definitivamente sería capaz de seguir adelante con una vida tranquila con él.
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