Beatriz no podía dejar de pensar en lo que había pasado hace tres días con Rhys en el baño. La forma en que su mano se deslizaba lentamente a lo largo de su longitud, cómo sus ojos se fijaban en ella y esa sonrisa traviesa jugaba en la comisura de sus labios mientras ella solo había podido quedarse ahí, mirando.
El bajo gruñido que salió de su garganta todavía atormentaba su memoria y la tenía mojada a pesar de que toda la situación hacía tiempo que había terminado.
—¿Beatriz? —Beatriz dio un pequeño salto y levantó la vista hacia Rhys—. ¿Sí?
Él soltó una suave risita y le levantó el mentón para que no pudiera apartar la vista de su rostro. Su pulgar acarició suavemente debajo de su labio inferior—. ¿Qué te gustaría hacer esta noche?
—Oh, eh, —Beatriz trató de concentrarse en la pregunta en lugar de en el delicioso recuerdo de esa mañana—. Podríamos ir a un bar... o a un club. Me gustaría mucho bailar contigo.
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