—Ah, Alfa Perise, has vuelto —susurró la niña con grandes ojos brillantes.
Rosina dio un paso atrás al darse cuenta de quién era la niña. Su cuerpo comenzó a temblar mientras sus ojos no abandonaban el rostro de la niña.
—Tú… —Rosina no pudo continuar sus palabras. No sabía qué decir, y una cosa gritaba dentro de ella.
—¡Necesito alejarme! —exclamó Rosina y estaba a punto de girarse hacia un lado cuando vislumbró su reflejo en el espejo.
Rosina ya no era una mujer. En cambio, su reflejo mostraba a un hombre en una nueva túnica roja y traje negro. Su rostro se transformó en alguien que la perseguía durante la noche.
—¿Alfa Perise? —preguntó la niña en un tono suave.
—¡Oh, mi diosa! —Rosina jadeó y comenzó a hiperventilar. Observó su arrugada mano mientras seguía retrocediendo.
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