275 Para engañar al engañador

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Yuki se viró lentamente y miró a Claudia con algunas lágrimas de cocodrilo en sus ojos. —Tengo miedo. ¿Qué quiere decir con un poco de diversión? Pensé que íbamos a salir a comer.

—Oh querida, no tienes que preocuparte por esa bestia. Si intenta algo malo, todo lo que tienes que hacer es llamarme —sacó una tarjeta de presentación y escribió su número personal nocturno en el reverso de la tarjeta—. No me importa a qué hora tengas que llamarme; ¡estaré allí para ti! —Claudia colocó la tarjeta en las manos de Yuki y luego envolvió sus manos sobre las de Yuki.

—Gr-gracias, de verdad. Es bueno saber que tengo una tía tan dulce de mi lado —Yuki dejó caer las lágrimas por sus mejillas—. 'Joder, esta perra me vuelve jodidamente loca—miró hacia la habitación de invitados—. ¿Está bien tu asistente? No la he visto hoy.