La Aldea del Tigre (8)

Curtis se deslizó un piso hacia abajo. Tras una serie de vibraciones, se restauró la tranquilidad en el hueco del árbol.

—Seamos más suaves —Bai Qingqing bajó la voz mientras bebía su sopa y observaba a Parker de reojo.

Parker debió haber visto lo que pasó anoche.

Después de terminar el tazón de sopa caliente, Bai Qingqing preguntó:

—¿Dónde están los bebés?

—Jugando abajo —Parker miró hacia afuera.

Bai Qingqing también miró hacia afuera y vio que sus pequeños cachorros se divertían en el suelo y que dos crías de tigre de su edad habían pasado corriendo para lanzar un ataque sorpresa a ellos.

Como los cachorros de leopardo no eran tan fuertes como las crías de tigre, constantemente caían hacia atrás al ser embestidos. Aunque era una pena, los cachorros de leopardo todavía no tenían muchos dientes, por lo que sus mordiscos no tenían ningún impacto en las crías de tigre.