Bai Di friendó el resto de los huevos de ave y cazó un jabalí para asar.
Los tres comieron hasta saciarse.
Bai Di luego fue al río a buscar agua.
Sang Ye se enroscó perezosamente alrededor del tronco del árbol. Miraba a Huanhuan caminando de un lado a otro con la brújula como si buscara algo.
Bai Di regresó con el agua. Le hizo señas a Huanhuan. —Ven aquí.
Huanhuan corrió hacia él y dejó la brújula. Él le sostuvo las manos y la ayudó a lavarlas con cuidado.
Huanhuan deliberadamente sacudió los dedos, salpicando agua en la cara de Bai Di.
Bai Di la miró con indulgencia. —Traviesa.
Huanhuan huyó con una sonrisa.
Después de lavarse las manos, Bai Di vertió el resto del agua sobre la pitón para refrescarla.
Estaba haciendo calor. Incluso en el bosque, se sentía bochornoso.
Bai Di y Huanhuan estaban bien, pero Sang Ye no podía soportarlo más. No podía reunir ninguna energía a causa del calor y se veía abatido.
Con el alimento del agua, Sang Ye se sintió mejor.
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