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“La Gran Guerra” Parte 2

Ravanok y Carlos continuaron su épica batalla, cada golpe resonando como un trueno y cada movimiento enviando escombros volando por los aires. La base de la Legión estaba destrozada a su alrededor, testigo de su brutal enfrentamiento. Carlos, transformado en Hibris, sonreía con malicia mientras desataba su habilidad para atraer y controlar las sombras. Ravanok, sin embargo, se mantenía firme, desafiante ante el poder de su oponente.

"¡No necesito mi armadura para acabar contigo!" gritó Ravanok entre golpes, su voz resonando con confianza. Cada puñetazo era devastador, cada bloqueo un testamento de su fuerza y habilidad. En un momento crítico, cuando parecía que Carlos podría tener la ventaja, Ravanok activó su armadura con un estruendo ensordecedor. La luz brillante destrozó las sombras a su alrededor y golpeó de lleno a Hibris en la cara, enviándolo hacia atrás.

Hibris se incorporó con una sonrisa burlona. "¿No ibas a usarla, Ravanok?" dijo con una voz cargada de desafío.

Ravanok simplemente se rió. "Tal vez no lo necesitaba... hasta ahora."

Mientras tanto, Rayber guiaba a Junior a través del campo de batalla, sorteando a Jotean y sus intentos de detenerlos. A una velocidad asombrosa, Junior se abrió paso, derribando a enemigos y obstáculos por igual. En un momento crucial, Jotean agarró a Frank por la cadena y lo lanzó en dirección a Junior. Ambos héroes cayeron al suelo con un estruendo, pero se levantaron rápidamente, listos para seguir adelante.

Finalmente, Rayber llegó cara a cara con Manuel. El líder de los no-muertos lo recibió con una sonrisa malévola, su presencia imponente llenando el espacio entre ellos.

"Lamentablemente, Rayber, no creo que podamos luchar directamente esta vez", dijo Manuel con calma mientras señalaba hacia Kor.

Rayber miró hacia Kor, preparado para el desafío. "Si quieres que te enfrente, primero tendré que vencer a él", respondió con determinación.

Manuel asintió, su sonrisa ampliándose. "Así será. Demuéstrame que eres tan fuerte como dices, Rayber."

Con eso, Rayber se preparó para enfrentarse a Kor, consciente de que esta batalla no solo era por su vida, sino por el destino de ambos mundos.

Rayber avanzó con determinación hacia Kor, preparado para el enfrentamiento decisivo. Sin embargo, antes de que pudiera lanzar su primer ataque, Manuel reveló su verdadera forma: un holograma perfectamente elaborado. La imagen de Manuel se desvaneció en un destello de luz, dejando a Rayber solo frente a Kor, quien ahora estaba listo para la batalla real.

Rayber no perdió tiempo. Activó su ojo divino, desencadenando un poder que convocó una bala celestial que descendió del cielo directamente hacia la cabeza de Kor. El impacto fue devastador, pero antes de que Rayber pudiera celebrar, Kor se regeneró desde el punto de impacto con una sonrisa desafiante.

"Nada mal, héroe," dijo Kor con un tono burlón. "Pero no contabas con esto."

En un movimiento rápido como un relámpago, Kor se abalanzó sobre Rayber con una fuerza abrumadora. Agarró al héroe por el torso y lo apretó como si fuera un juguete entre sus manos. Rayber sintió cómo la fuerza de Kor lo envolvía, incapaz de escapar de su agarre implacable. Con un movimiento rápido y despiadado, Kor lanzó a Rayber hacia una esquina del campo de batalla, donde el héroe cayó con un estruendo doloroso.

El impacto dejó a Rayber aturdido, pero no derrotado. Se levantó con determinación, su mente calculando nuevas estrategias mientras evaluaba la fuerza de su adversario. Sabía que Kor era formidable, pero estaba decidido a no rendirse.

Mientras tanto, en otro rincón del campo de batalla, la lucha entre los gigantes Frank y Jotean continuaba. Cada golpe era como un terremoto, sacudiendo el suelo bajo sus pies. Frank, con su fuerza colosal, lanzaba golpes devastadores, mientras que Jotean respondía con una velocidad y ferocidad sorprendentes para su tamaño. La batalla era intensa, con ambos luchando por dominar al otro en un duelo de titanes que podría decidir el curso de la guerra.

En otro lugar, Axel y Elara lideraban a la Legión y al ejército en una defensa desesperada contra las hordas de sombras que amenazaban con desbordar sus líneas. Cada soldado luchaba con valentía, sus corazones llenos de determinación mientras se enfrentaban a un enemigo aparentemente interminable.

La batalla por la Tierra estaba en su punto álgido, cada movimiento estratégico y cada golpe de los héroes resonaban a través del campo de batalla, decididos a proteger su mundo a cualquier costo.

Rayber se levantó del suelo con determinación, su aura de regeneración brillando intensamente. Miró a Kor con ojos ardientes de determinación. "No te subestimo, pero no permitiré que destruyas este mundo," declaró con voz firme, preparándose para el siguiente round de su enfrentamiento.

Kor, con una risa burlona, se preparó para el contraataque. "Interesante, héroe. Veamos cuánto más puedes soportar," respondió, lanzándose nuevamente hacia Rayber con una velocidad impactante.

Mientras tanto, Axel se enfrentaba a Autumn en una batalla que hacía temblar el suelo. Cada golpe resonaba como un trueno mientras ambos luchaban con ferocidad desmedida. Axel, con una expresión determinada, bloqueó un ataque de Autumn y contraatacó con fiereza. "Tu reinado de terror ha llegado a su fin, Conde de las Sombras," gritó con voz ronca, su puño brillando con poder.

Autumn gruñó, su rostro contorsionado por la furia. "No puedes detenerme, insecto," respondió con desdén, lanzando una ráfaga de sombras oscuras hacia Axel.

Axel esquivó ágilmente y encontró una apertura en la defensa de Autumn. "Tu punto débil está expuesto, y no desperdiciaré esta oportunidad," dijo fríamente, antes de lanzar su golpe más poderoso directo a la barriga de Autumn. El impacto fue devastador, desintegrando al Conde de las Sombras en un destello de energía oscura y sombría.

Mientras tanto, en otro frente de batalla, Arlan luchaba con valentía contra las sombras, sabiendo que cada segundo contaba. Su voz resonó entre el estruendo de la batalla mientras luchaba contra las fuerzas enemigas. "¡No retrocedan! ¡Luchen hasta el final!" gritó, inspirando a sus compañeros a seguir resistiendo contra la marea oscura.

Elara y su escuadrón de Elada llegaron al campo de batalla con una determinación feroz. "¡Avancen! ¡Mantengan la línea!" ordenó Elara, dirigiendo a su equipo con precisión militar mientras se enfrentaban a las sombras más poderosas.

Arlan, luchando contra la fatiga y el dolor, se volvió hacia Elara con una sonrisa cansada pero llena de gratitud. "Gracias por estar a mi lado, Elara. No podríamos haber llegado hasta aquí sin ti y tu equipo," dijo con sinceridad, reconociendo el papel crucial que desempeñaban en la defensa de su mundo.

Elara asintió con determinación. "Somos uno, Arlan. Juntos somos más fuertes," respondió con firmeza, continuando la batalla con renovada energía y esperanza.

La guerra por el destino de la Tierra continuaba, cada héroe y cada sacrificio añadiendo capítulos a la historia de valor y determinación de la Legión y sus aliados.

Sara y Kellah se abrazaron en medio del caos, compartiendo un beso fugaz como un gesto de unidad y fortaleza en la batalla contra las sombras que los rodeaban. En ese momento crítico, cuando parecía que estaban abrumados, apareció Moreno.

Con una velocidad impresionante, Moreno cortó a través de las sombras como un rayo, despejando el camino hacia Sara y Kellah. Una vez reunidos, los tres se enfrentaron juntos a las oleadas de enemigos que seguían llegando.

"¿Dónde estabas, Moreno?" preguntó Kellah, su voz cargada de alivio mientras continuaban luchando codo a codo.

"Tomándome un baño, nada emocionante," respondió Moreno con una sonrisa, manteniendo su concentración en las sombras que se acercaban. "Parece que me perdí toda la diversión hasta ahora."

Sara se rió suavemente, un destello de humor en medio de la tensión. "Al menos llegaste a tiempo para ayudar," comentó, bloqueando un golpe con su espada.

Moreno asintió, su expresión seria mientras mantenía su guardia. "Vamos a acabar con esto juntos. No vamos a dejar que estas sombras nos detengan."

El trío continuó luchando con determinación, apoyándose mutuamente mientras enfrentaban el desafío abrumador que tenían por delante. Aunque las sombras seguían llegando, cada golpe y cada movimiento eran un paso más hacia la victoria o la derrota definitiva.

Ravanok, tras recibir el devastador golpe de Hibris, sintió cómo todos sus huesos se rompían bajo el impacto. El dolor era agónico, pero su espíritu indomable aún ardía en su interior. Con un último esfuerzo, se impulsó hacia Carlos, con los restos destrozados de su armadura crepitando a su alrededor.

"¡Es hora, Carlos! ¡Ambos caeremos juntos!" gritó Ravanok con una determinación feroz, activando la auto destrucción de su armadura.

Carlos miró con sorpresa y desdén mientras Ravanok se abalanzaba hacia él. "¿Qué estás haciendo, insensato?" murmuró, pero era demasiado tarde para detener lo inevitable.

La armadura de Ravanok explotó con una fuerza devastadora, envolviendo a ambos en una esfera de fuego y fragmentos metálicos. El estruendo resonó en el campo de batalla, y la onda expansiva sacudió el suelo, dejando un cráter humeante donde antes estaban Ravanok y Carlos.

El sacrificio de Ravanok no fue en vano. La explosión consumió no solo su vida, sino también la de Carlos, poniendo fin a la amenaza que ambos representaban para la Tierra y sus defensores.

En la base de la Legión, el silencio descendió como un manto sobre los sobrevivientes que observaban la destrucción desde la distancia. La pérdida de Ravanok se sintió profundamente, pero su acto heroico resonaría como un ejemplo de valor y sacrificio en los corazones de todos aquellos que lucharon junto a él.

El campo de batalla seguía siendo un caos de combate, pero la fuerza combinada de los héroes restantes continuaba resistiendo, decidida a no dejar que las sombras triunfaran.

La guerra por el destino de la Tierra aún no había concluido, pero gracias al sacrificio de Ravanok, los aliados habían ganado una valiosa ventaja en el conflicto contra las fuerzas de las sombras.

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