Nari, que acababa de llegar a la escena, se sujetaba la mejilla palpitante mientras miraba a Anna con los ojos muy abiertos. Quería golpearla de vuelta, pero tenía miedo de que todos descubrieran su verdadera naturaleza.
Esta estúpida perra...
—¡ANNA! —Kate gritó, pero antes de que pudiera llegar hasta su sobrina, —¡Kate! —El general llamó con voz firme. Nari, al mismo tiempo, procedió a abrazar a su madre como la buena hija que era. —Madre, por favor, no la lastimes, ella todavía está muy herida por todo lo que pasó. —Sus palabras solo enfurecieron más a Kate.
—¿Qué intentas hacer? —el general preguntó mirándola a ella y a su hija. —¿Quieres pelear con tu sobrina?
—¿Viste lo que le hizo a Nari, padre? Ella levantó sus sucias manos contra mi hija. —Kate ladró.
—Padre, viste que Nari no hizo nada. Nari nunca lastimaría a nadie. —Kate añadió.
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