** Punto de vista de Rosalie.
La graciosa elegancia del piano blanco y dorado me recordó al que tenía mi madre. El pensamiento era a la vez doloroso y agradable al mismo tiempo.
Había pasado tanto tiempo desde que toqué algún instrumento. Hasta hace poco, había olvidado que la música solía ser una parte tan importante y alegre de mi vida.
Pensando en el recuerdo, me deslicé en el taburete dorado y dejé que mis dedos rozaran las teclas.
Solo me tomó unos momentos acostumbrarme a tocar de nuevo, pero una vez que lo hice, estaba totalmente inmersa en la melodía. Era como reencontrarse con un querido viejo amigo con el que podía volver a conectarse emocionalmente de inmediato, sin importar cuánto tiempo había pasado desde que se habían visto.
Puede que me hayan vendido a un Alfa despiadado, pero esta seguía siendo mi vida.
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