Se sentía como si el tiempo se hubiera ralentizado. En un abrir y cerrar de ojos, mientras William Cole se lanzaba hacia adelante, vio a Ruth Amanecer siendo arrojada desde el borde de la azotea de la villa, cayendo hacia el suelo.
Su mente quedó en blanco, zumbando ruidosamente. Puso toda su fuerza en un salto desesperado, agarrando el brazo de Ruth. Su cuerpo giró fieramente en el aire—sus dedos, parece que ganaran fuerza de una fuente insondable, lograron engancharse en la pared de ladrillo exterior.
William parecía inmune al dolor. Sus dedos estaban clavados dentro de la pared de ladrillo, su sangre fluyendo hacia abajo.
Un dolor intenso recorría su cuerpo. William sentía que estaba perdiendo el control de su mano izquierda. Sus meridianos temblaban violentamente.
Sintió sus uñas voltearse hacia atrás, tanto su carne como sus huesos estaban heridos. A pesar de eso, William no tenía intención de soltarse. ¡Sabía que si lo hacía ahora, se arrepentiría por el resto de su vida!
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