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En ese momento, Qiao Guoting se sentía muy incómodo. No había esperado que su antiguo subordinado, a quien había tratado como a un aprendiz, no estuviera aquí para asistir a su banquete de cumpleaños sino que en lugar de eso fuera al de Zhou Shichang.

Con una tos para aclararse la garganta, Xiao Huang rápidamente se zafó de la mano de Qiao Guoting y se dirigió hacia Zhou Shichang.

Una vez frente a él, Xiao Huang se inclinó con las manos juntas y dijo:

—Anciano Zhou, feliz cumpleaños. ¡Estoy aquí para celebrar su longevidad!

—¡Jajaja, bienvenido, bienvenido. Por favor entra, entra! —Zhou Shichang acarició su barba y rio con ganas.

Esta risa naturalmente no se debía a la prestigiosa identidad de Xiao Huang ni porque su asistencia a su banquete de cumpleaños fuera una sorpresa encantadora.

En los ojos de Zhou Shichang, el estatus de Xiao Huang era simplemente promedio. La razón de su felicidad era que había avergonzado a su viejo rival, Qiao Guoting.