—Oh, ¿no es ese… mi papá?
—Sí, mi papá.
—¿Está tan emocionado por luchar que ya está aquí antes de que el Coliseo haya abierto?
—Bueno, no importa. Sabemos que este partido final es solo un formalismo. No hay forma de que Cai pueda derrotarlo.
—Sí. Ese jabalí solo tuvo suerte de haber podido entrar al partido final.
—¿Suerte? Puede ser verdad, pero como Cai ya llegó tan lejos por suerte, ¿no sería afortunado también esta vez?
—Jajaja. Eso es imposible, ¿verdad?
Mientras la gente entraba al Coliseo para ver el partido final del Torneo de Lionheart, Lux se recostaba en el pecho de Orión, mientras se sentaba sobre su mano izquierda.
Su abuela Vera acababa de salir unos minutos antes de que las puertas del Coliseo se abrieran para permitir la entrada del público. Aunque estaba muy preocupada por Lux, no había nada más que pudiera hacer porque esa batalla no era suya, sino de su nieto.
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