Haré que todos se pudran en el infierno

—Espera, ¿quién será ese humano? —Asher preguntó, pero al momento siguiente sintió como si su ser entero fuera apretado en una botella. Podía sentir incluso sus sentidos experimentando cambios drásticos.

Y lo siguiente que supo, estaba sentado en una silla, mirando la pantalla de una computadora.

—Eh... —Asher se sintió un poco desorientado, pero luego sacudió la cabeza y miró sus manos para ver... manos humanas.

—¿Ya he poseído a un humano? —Asher tocó su rostro para sentir si realmente había ocurrido, y como esperaba, estaba realmente en un cuerpo humano.

Incluso tenía barba y bigote, haciéndole preguntarse qué humano había poseído. Sin embargo, la sensación de debilidad era bastante fuerte.

Pero lo que hizo que se levantaran sus cejas fue la memorias e información entrando en su cabeza. Todas estas memorias pertenecían a un humano llamado Arthit, que era profesor en esta escuela, viviendo una vida aburrida y solitaria en sus 30.