Érica esperaba de alguna manera que Abadón la alejara inmediatamente después del más mínimo contacto.
Pero en cambio, ocurrió algo aún más milagroso.
Abadón deslizó una de sus manos a lo largo de su cintura y otra en la parte trasera de su cabeza.
—¡!
La antigua reina fénix se sentó de golpe y miró al hombre debajo de ella como si acabara de cagar un huevo de oro.
—¿Estabas... a punto de corresponder mi beso?
—Yo... ¿sí? —preguntó Abadón confundido.
—Oh... ¿Por qué?
—¿Cómo dices?
—¿Por qué estabas a punto de besarme a cambio?
—... A veces, Abadón sentía que, a pesar de todo su encanto y conocimiento romántico, en realidad no entendía del todo a las mujeres.
—Porque... ¿tengo sentimientos por ti?
—¿A-Así que no vas a ser un idiota y rechazarme otra vez? —Una vena se hinchó en la frente de Abadón y mostró una sonrisa que no era sonrisa.
—Bésame otra vez... y luego veré cómo me siento.
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