—¿Todos listos?
—Sí.
—Desde luego.
—¡Sí!
—Bien... comencemos.
Abadón, Exedra, Carter y Thea estaban sentados uno al lado del otro en una colina con césped y con una vista decente del reino espiritual.
Thea estaba sentada sobre los hombros del aspecto demoníaco de su padre, con una tarea muy simple y significativa que realizar.
Puesto que Thea tenía tanto el elemento divino como la sangre maldita de su padre corriendo por sus venas, Exedra creía que ella era capaz de evitar la destrucción de su padre.
Pero si resultaría ser un plan ingenioso o una pérdida de tiempo todavía estaba por verse.
Al indicio, los tres aspectos cerraron los ojos y comenzaron a absorber la densa energía espiritual que los rodeaba.
Carter y Exedra mostraban pocas señales de incomodidad mientras sus cejas se fruncían por la afluencia de energía extranjera en su cuerpo.
La pureza de la energía espiritual en el aire en comparación con la suya propia era como el día y la noche.
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