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—Maestro tiene... ¡afinidad con el fuego~! Él derrite todos los enemigos~.
—Malenia, mi querida amiga, por favor no cantes más —rogó Abadón.
No se consideraba un hombre que se avergonzara fácilmente, pero tener a su ángel favorita y bien dotada cantando una canción sobre él estaba logrando justo eso.
—¿Te gustaría más o menos si viniera con un baile?
¡Zas!
—¡Ay! ¿Por qué!?
—¡Deja de molestar a nuestro dios con tus infantiles travesuras! ¡Claramente estás siendo una molestia! —regañó Kanami.
'Aquí vamos otra vez...' pensó Abadón con decepción.
—¿Cómo soy una molestia? El Maestro estaba claramente deprimido; ¡solo estaba tratando de mejorar un poco su estado de ánimo!
—¿Parecía que tu terrible canción estaba ayudando?
Malenia hizo una pausa y miró al Dragón encogido que estaba acurrucado en el suelo, sus cuatro cabezas igual de cansadas.
—Realmente no puedo saberlo cuando está en esa forma. Oye Maestro, ¿soy una molestia?
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