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Raze se había dirigido al almacén del alquimista donde había conocido a Reno, y justo afuera, pudo ver al hombre esperándolo. Se veía igual que siempre, con grandes círculos negros bajo sus ojos y las yemas de los dedos todavía sucias.
Después de verlo trabajar esa vez, Raze entendió por qué, y sus dedos eran prueba de su arduo trabajo. Este tipo de personas, aquellas que se dedicaban especialmente a un campo de investigación, no le disgustaban.
—¿No dijiste que el lugar era peligroso y que podría haber bestias? —preguntó Raze.
Había notado la falta de armamento en él. La mayoría de los guerreros Pagna usaban habilidades con espadas, pero había unos pocos que utilizaban diferentes tipos de artes marciales. Solo por su apariencia, Raze no pensaba que Reno fuera un artista marcial que usara sus puños.
Sin embargo, todo lo que Reno llevaba era una gran canasta atada a su espalda. Eso se usaba para recolectar hierbas.
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