—¡Ater, eres un genio! —exclamó Rey.
Rey y Lucielle —ambos disfrazados de Dragones— se encontraban entre el resto de los Examinados en un enorme salón. Tenían expresiones neutras en sus caras, pero sus mentes estaban aceleradas pensando en varias cosas.
Para Rey, no podía evitar agradecer internamente a su inmensamente incompetente Familiar.
—No tengo idea de qué tipo de visión tiene ese tipo, pero realmente nos facilitó todo —murmuró para sí.
Aparentemente, Ater fue capaz de interrogar a los dos Generales Dragón que se infiltraron en la Capital hace más de dos semanas, aprendiendo todo sobre el funcionamiento del Imperio —incluyendo detalles de la Academia y cómo entrar.
Todo gracias a esa información que Rey y Lucielle sabían cómo navegar su camino en el Imperio… lo que los llevó a su actual predicamento.
—Los Exámenes de Entrada a la Academia —pensó Rey.
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