—¿D-divino...? —Aurora no podía negar lo que estaba viendo. Si había alguna palabra para describirlo, esa sería, de hecho, la palabra.
—¡Divino! —Un masivo sauce se alzaba ante Aurora, su altura era de al menos mil metros. Sus hojas formaban un dosel que bloqueaba completamente el sol vespertino, proyectando una sombra de oscuridad ineludible sobre ella.
En comparación con su sauce que apenas medía cincuenta metros de altura, el epítome masivo de la naturaleza que se erigía ante ella sofocaba cualquier vestigio de desafío que le quedara.
—Ahh... —Todas sus hermanas se desplomaron al suelo, instantáneamente rendidas inconscientes, meramente debido a la presencia del Árbol.
Su propio Sauce tembló, sus ramas se estremecieron mientras caían al suelo en señal de derrota. Reconocía que el que tenía delante era incuestionablemente superior.
Ante sus propios ojos, el Sauce cayó dormido.
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