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—Silencio ensordecedor.
El mundo dentro del salón cayó en una calma total cuando el Patriarca de la Casa Blanc y la nueva cabeza de la Casa Verte entraron.
Sus pasos eran medidos, pero no cautelosos.
Los dos parecían tener un aire de autoridad incuestionable y confianza incontestada mientras entraban en la guarida de los obvios enemigos.
El miedo o la inquietud estaban ausentes en su mirada.
Una vez que habían dado unos pasos dentro del salón —con la segunda figura de la oscuridad siguiendo a la mujer de los dos Consejeros de Obsidiana—, el hombre que había abierto las puertas instantáneamente desapareció de su posición anterior y apareció al lado del Consejero mucho más anciano.
La puerta se cerró ruidosamente detrás de ellos mientras avanzaban al centro del salón, donde la mesa les esperaba.
No dijeron nada.
Aparte de las pocas cosas que se habían hablado antes, ninguna palabra resonó de sus labios bien cerrados.
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