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La tristeza de la chica pelirroja-II

Cynthia se situó al lado del Señor y ordenó a sus hombres desde un costado mientras esperaba la llegada de los Hombres de la Iglesia. El cuervo negro voló a través del cielo y observó mientras tomaba asiento en el hombro de Ian. Cuando el carruaje de los Hombres de la Iglesia llegó, los dos miembros, Kyle y Oliver descendieron para olfatear el hedor a sangre.

Al ver a Ian de pie junto a su subordinada, Kyle saludó al Señor de Warine —Buenas noches, Lord Ian.

—Omitamos las formalidades —Ian interrumpió y miró hacia el cuerpo sin vida del hechicero oscuro—. ¿Desde cuándo ha llegado el hechicero oscuro a Runalia?

—Hace un mes. Comenzó en el Pueblo de Kulin, hemos capturado al hechicero oscuro que destruyó el pueblo pero desafortunadamente, parece que no estaba trabajando solo —Kyle entrecerró los ojos hacia el cuerpo mutilado del hechicero.

—Señor, nuestros guardias han estimado la muerte de alrededor de doscientos aldeanos. La mayoría han muerto debido a la pérdida de sangre. Y no hay otro sobreviviente aparte de una chica adolescente —Cynthia habló en un volumen suficiente para que los dos hombres de la Iglesia escucharan.

—¿Ningún sobreviviente? Debería haber hechiceros protegiendo este pueblo —Kyle habló.

—Desafortunadamente no fueron lo suficientemente fuertes para vencer a la bestia mítica —Las palabras sin tono de Cynthia desencadenaron algo en su mente. Los hechiceros que protegían el pueblo no eran de ninguna manera débiles, sino que son algunos de los hechiceros más fuertes que el Señor de Runalia había contratado. Para ser derrotados en una aniquilación completa, la bestia mítica de la que hablaban debe ser una bestia muy aterradora y poderosa.

—Esta bestia mítica de la que hablas es--

—Leocrucota —Cynthia llenó el vacío en la pregunta de Kyle. Sus caras se transformaron en una de sorpresa al escuchar que la rara bestia mágica había sido invocada en el pueblo. Su enemigo, el hechicero oscuro, era mucho más fuerte de lo que imaginaban. Claramente habían subestimado excesivamente a su oponente.

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—La razón de esta masacre, supongo que ustedes dos la conocen muy bien —Ian recibió una respuesta silenciosa y la tomó como confirmación—. Como esta no es mi Tierra, no haré nada aquí. Transmitan el mensaje al Señor del Territorio, yo volveré primero —Ian declaró y caminó hacia su carruaje.

—Al verlo partir, el Cazador Oliver olfateó una fragancia flotando mientras el Señor pasaba y murmuró a Kyle—. El dulce niño. El Señor tiene el aroma del dulce niño sobre él.

—Kyle dio un profundo suspiro, podía sentir su cabeza hinchada por el asunto—. Ella ya no es una niña, no podemos hacer nada incluso si ella lo sigue a menos que sea llevada en contra de su voluntad. Digan a todos que busquen pistas si hay alguien vivo y recojan los cadáveres hasta que sus familiares vengan a recogerlos. Iré a comunicar el asunto a los ancianos de la Iglesia.

—Sí señor, que tenga un viaje seguro —Oliver hizo una reverencia y se movió para ordenar a sus compañeros subordinados.

Dentro del estrecho carruaje, Elisa estaba sentada frente a Ian mirando el paisaje exterior desde la ventana. Su rostro estaba pálido como el papel y su corazón continuaba sintiendo un dolor punzante.

Aryl estaba feliz de que Elisa pudiera verla de nuevo después de nueve años, pero el momento era muy inoportuno y no pudo hacer otra cosa que lanzar una mirada furiosa al demonio que silenciosamente inclinó su cabeza para observar a la niña que había crecido hermosamente. Al pensar que ella era pequeña como un cachorro recién nacido, pensó y sintió la mirada ardiente de Aryl.

—La masacre —Ian habló tratando de desviar la mente de Elisa de la imagen de su familia—. Fue realizada por el hechicero oscuro —Él explicó y escuchó cómo Aryl resoplababa para maldecirlo por ser incapaz de formar cualquier otra conversación.

Elisa se preguntó a sí misma y recordó la conversación que su tío estaba teniendo en el comedor.

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—¿Invocaron a la bestia mágica al pueblo? ¿Por qué razón? —No podía entender por qué los hechiceros oscuros tenían que matar a gente inocente. Eran seres vivos, gente con casa, familia y alma. Y aún así, mataban gente sin la menor vacilación.

—Quieren derribar la tierra de los humanos y crear tierra para ellos mismos —Sus palabras trajeron odio al corazón de Elisa. Solo por un lugar donde pudieran construir su propio lugar tenían que matar a su familia. Qué despreciable.

La mano que rozaba su falda se apretó y una lágrima se deslizó de sus ojos azules. Al escuchar los sollozos ásperos, Ian levantó la vista para verla sujetándose los labios para contener sus llantos. Se acercó un poco para sentarse a su lado y llevó su cabeza suavemente a su hombro —Puedes llorar, no te contengas. Está bien. La tristeza no es algo que nadie deba reprimir.

Las palabras amables rompieron la última capa de sus lágrimas. Ella enterró su rostro en su hombro dejando salir el dolor por las personas que habían muerto.

Dado que Elisa se quedaría hasta que su familia fuera enterrada en el cementerio local del pueblo, Ian ordenó al cochero que se quedarían en la Casa de Verano que tiene en Runalia. Cuando el carruaje llegó, Elisa bajó un poco tímida después de llorar a mares. Para ella, el Maestro Ian fue gentil. Aunque en la superficie no ofreció muchas palabras en ello, su silencio fue la gentileza que necesitaba en ese momento y, por supuesto, Ian lo sabía y por eso actuó de la forma en que lo hizo ahora.

Cynthia saltó ágilmente del asiento junto al cochero y se paró al lado para saludar a Elisa —Oh, tus ojos están muy hinchados. Lamento mucho tu pérdida. ¿Recuerdas quién soy?

—Sí, Cy —Elisa hizo una reverencia agradecida pero fue detenida instantáneamente por Cynthia.

—Prepara la habitación junto a la mía para que ella se quede, Cynthia —Ian ordenó brevemente y caminó dentro de la casa con el cuervo que había estado sentado en el techo del carruaje todo el tiempo, volando a su lado para descansar.

Elisa quería darle las gracias, pero no pudo hacerlo ya que sus pasos fueron demasiado rápidos para seguirla. Cynthia la llevó a la habitación, no era exactamente el esplendor exacto que tenía la Mansión de los White pero no obstante era un lujo para Elisa. Pero para Elisa la amplitud de la habitación le resultaba incómoda ya que acababa de pasar por un momento muy duro. Después de tomar un baño y sumergirse en el agua caliente de la bañera, Elisa salió con el camisón preparado por la sirvienta de la Casa de Verano y se sentó al lado de la cama para apagar las velas a su lado.

—¿Se ha dormido? —Cynthia caminaba con un vaso de agua del comedor y preguntó cuando vio a Austin en su forma humana—. Finalmente se acaba de dormir. Creo que lloró hasta quedarse dormida.

—No podemos culparla, después de todo acaba de perder a su familia por culpa de esos malditos hechiceros oscuros —al responder, recordó la expresión desgarradora que tenía Elisa y apretó la palma de la mano para sentir que el vaso en su mano se rompió en pedazos.

Austin suspiró mientras tomó otro vaso de agua del jarro y lo vertió sobre la mano sangrante de Cynthia para sanar su herida. Siendo mitad sirena y mitad humana, un matrimonio entre seres míticos y humanos que era prohibido para mucha gente, ella podía manipular el agua a su antojo y sanar su cuerpo. Había pasado casi una década desde que su familia fue brutalmente asesinada por la bestia mágica que enviaron los hechiceros oscuros. Ella sabía muy bien cuánto dolía saber que tu familia había sido asesinada por nada más que tierra para ellos mismos.

—Cálmate —Austin la consoló—. Siempre ha sido tu costumbre dejar que tu ira se suba a la cabeza. Has estado ocupada, descansa temprano esta noche.

Cynthia miró su palma y negó con la cabeza. —Lo haré, más tarde —hizo una pausa—. No creo que pueda dormir ahora —un suspiro se escapó de sus labios involuntariamente.

Austin no dijo mucho a su compañera. —Yo volveré primero. No te quedes despierta muy tarde.

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