—¿Ese cachorro de buen corazón, Kace? —dijo Janus mirando con desprecio a su hijo mayor—. Ese inútil cachorro causó esto a tu madre. Si no fuera por él, no habría hecho lo que hice. Perderlo no sería una gran pérdida para mí.
Desde que Diana dio a luz a Kace, su salud empeoraba con cada día que pasaba. Nadie sabía por qué, y este hecho preocupaba tanto a Janus que lo volvía loco. Había perdido la razón desde entonces, de lo contrario, nunca diría tales cosas sobre su propio hijo.
Jedrek sabía que el hombre ante él no era más que un alma manchada con la mente perturbada. Aunque había matado a Janus hace mucho tiempo, su alma aún estaba viva. Dejada atrás solo para pedir sacrificios para sostener su vida destrozada y no viviente. Todo eso era el alto precio que tuvo que pagar por tratar con el diablo.
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