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—Hoy era el tercer día desde que Raine había perdido el conocimiento debido a la marca que Torak le había impuesto.
Zafiro, la curandera en la manada de Torak, había estado cuidando de ella junto con Serefina, pero hasta ahora no había un progreso significativo que él pudiera ver.
Raine se estaba debilitando y su latido del corazón apenas era audible.
Torak no podía llevarla a un gran hospital, ya que este no era un caso que esos doctores en batas blancas pudieran manejar y también porque esta casa estaba tan lejos de la ciudad, que tomaría horas solo para llegar al hospital más cercano, durante las cuales, la condición de Raine podría empeorar en cualquier momento.
En una cama tamaño king, Raine dormía sin hacer ruido con gruesas vendas blancas en su cuello y se podía ver una tenue sangre roja en la superficie de ellas.
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