—¿Qué hora es? —tuvo que parpadear para asegurarse de que estaba despierta. Todavía estaba completamente oscuro en la cueva.
—Behryn estará aquí en cualquier minuto. Iremos a buscar a los Osos. No quería marcharme sin despedirme —la voz de Reth retumbó en su pecho contra su espalda. Ella se estiró y él tarareó, acariciando con el pulgar su pezón.
—¿Estás seguro de que tienes que irte ahora? —preguntó ella, volteándose en sus brazos para besarlo.
Él suspiró.
—Sí. Dame un beso, amor, y te veré tan pronto como pueda.
Ella se hundió en su pecho y él la atrajo hacia sí, su aliento ondeando en su cabello.
—Por favor vuelve sano y salvo, Reth —murmuró ella contra su pecho.
—Por favor quédate en la cueva y bajo custodia hoy, Elia —dijo él, su voz grave.
—Lo haré. Te lo prometo, Reth. No haré nada arriesgado. Nada en absoluto. ¿Behryn irá contigo o se quedará aquí?
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