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Una Canción Totalmente Mía

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La melodía se intensificó, la orquesta sinfónica alcanzó el crescendo mientras la voz cristalina de Iris alcanzaba sin esfuerzo las notas altas.

Hermosa.

El piano ya no era lastimero, sino esperanzado.

—Ahora canto esta canción

—Una canción enteramente mía

—Una canción que solo yo puedo cantar

—Encontré mi voz

—Me encontré a mí misma

—Una vez más encontré la esencia de mi sueño

El calor se extendió por las venas del público. Sonaba tan bien. Seguramente se sentiría genial si ellos también pudieran encontrar de nuevo la pasión para perseguir sus sueños. Se agarraron las manos al pecho, sintiendo sus corazones latir rápidamente mientras se concentraban y escuchaban la canción.

Iris cantó con todas sus fuerzas, como si cantara por su vida. Echó la cabeza hacia atrás mientras sus dedos contundentes poco a poco disminuían la velocidad y se suavizaban, acariciando las teclas del piano con gentileza, como una madre a su hijo pequeño. Su voz también se suavizó, casi convirtiéndose en un susurro mientras cantaba las últimas notas de la canción.

—Soy una estrella negra sin luz

—Pero ¿y qué? Brillaré de nuevo

—Mi sueño resplandece en mi corazón

—Soy una estrella negra que brillará, verán

Iris cerró los ojos cuando la música se detuvo, jadeando; su rostro lleno de emociones.

La canción finalmente terminó.

Silencio.

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Un segundo. Dos segundos. Tres segundos.

¡Sonido estruendoso de aplausos fuertes! ¡Ovaciones! ¡Silbidos! ¡Gritos! ¡Llantos!

Era ensordecedor.

—¡Iris! ¡Iris! ¡Iris!

Se desconoce quién lo inició, pero pronto todo el público estaba coreando su nombre. Todos se pusieron de pie, aplaudiendo con todas sus fuerzas. Muchos estaban llorando.

Iris se estremeció mientras los aplausos ensordecedores la inundaban intensamente. En su vida pasada, casi siempre estaba sola. Claro, tenía guardaespaldas y sirvientes, pero estaban demasiado bien entrenados. No se les permitía hacer amistad con ella o serían castigados severamente.

Su padre y su hermano mayor, como el líder y heredero de su familia y su organización, siempre estaban fuera trabajando y viajando por algún lugar del mundo. Su madre era un robot sin emociones cuyo único propósito era dedicar su vida y talentos a la organización familiar.

Ella también tenía un sueño en aquel entonces: un sueño de vivir su vida libremente, de compartir su música con el mundo. De estar en un escenario y escuchar al público aplaudir y animarla. De dejar su marca en el mundo, de demostrar que existió.

Sin embargo, su identidad en su vida anterior nunca le permitió ser el centro de atención. Estaba destinada a vivir en las sombras más oscuras del Submundo.

Pero ahora, en esta segunda vida suya, ¡finalmente había saboreado el vivir su sueño! Una intensa y extraña emoción brotó y se elevó desde lo más profundo de su ser, derramándose de sus ojos sin su control.

Se puso de pie temblorosamente y caminó hacia el frente del escenario. Las lágrimas fluían sin cesar por su rostro, pero aún así se veía hermosa. Barrió con la mirada a todos en el público.

Levantó ambos brazos en alto; un gesto triunfal. Una gran sonrisa iluminó su rostro. Pura alegría y emoción.

Después de unos instantes, hizo al público una profunda y elegante reverencia. Su cuerpo estaba tan bajo que casi tocaba el suelo, mostrándoles la profundidad de su gratitud.

Los aplausos y vítores se intensificaron aún más. Todos en el público se sintieron honrados de estar al recibir de una reverencia tan hermosa y elegante.

—¡Iris! ¡Iris! ¡Iris! ¡Iris!

Iris se puso de pie, tocando su pecho con ambas manos, asintiendo con la cabeza y diciendo con la boca las palabras "gracias".

Luego se dio la vuelta y repitió la profunda reverencia hacia la orquesta sinfónica que tocó con ella. Los músicos de la orquesta, a su vez, se inclinaron profundamente ante ella.

Se puso de pie y aplaudió en dirección a la orquesta, gestualizando para que el público también les diera un merecido aplauso.

—¡Iris! ¡Iris! ¡Iris! ¡Iris! ¡Iris!

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