—Mencionaste en la carta que me la entregarías si venía aquí para encontrarte —Julie lo observó girarse para que ambas piernas quedaran colgando de la rama.
Román saltó al suelo con facilidad sin caerse y se levantó como el gato negro que era. Caminó hacia ella y se detuvo frente a ella —¿Por qué rompes mis cartas, Winters?
—¿Para que nadie las pueda leer después? —preguntó Julie, no segura de qué respuesta él buscaba.
—Correcto. ¿No crees que yo hubiera hecho lo mismo? —alzando su mano, sus mejillas se volvieron ligeramente huecas cuando aspiró del cigarrillo. Giró la cabeza en la otra dirección para que el humo no cayera sobre su rostro—. Sabiendo la buscapleitos que eres, no hay forma de saber cuándo una de las cartas iba a terminar en las manos equivocadas.
Frunciendo el ceño, Julie abrió la boca y dijo —Si hubieras devuelto mi carta no habrías
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