Algo centelleó en el rostro de Yang Feng —Sí, aún habría venido por ti.
—Y eso es todo lo que importa —ella dijo suavemente, dando un paso más cerca y suavemente envolviendo sus brazos alrededor de él, acomodando sus manos en su espalda mientras anidaba su rostro en su pecho, sintiendo la seguridad y comodidad que siempre recibía de él. Una sonrisa se extendió por sus labios cuando sintió sus tensos músculos relajarse bajo su tacto y su cuerpo volverse menos rígido.
—Te amo —susurró ella contra su camisa, enterrando su rostro en el suave y sedoso material. Inhaló profundamente y pudo oler ese embriagador aroma a pino y mandarina que había llegado a amar.
Yang Feng pudo sentir su corazón detenerse ante sus palabras —Mujer tonta —murmuró entre dientes, envolviendo sus brazos alrededor de ella. Entrelazó sus cuerpos en un abrazo inseparable —Te amo más —. Se detuvo después de unos segundos de contemplación —Excesivamente más —añadió.
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