—Suéltala —siseó Wei Hantao, su corazón lleno de animosidad hacia el hombre que la sujetaba como si ella le perteneciera.
En un abrir y cerrar de ojos, Yang Feng agarró la mano que se atrevía a intentar arrebatar a su mujer. Aplicó suficiente presión como para romperle la muñeca al hombre, pero no lo hizo realmente. Sabía que Zhao Lifei no lo perdonaría por lastimar a su amigo.
La cara de Wei Hantao permaneció tan inexpresiva como siempre, pero sus ojos destellaron de dolor. ¡Maldito hombre! Su fuerza era increíble y sin otra opción, a regañadientes soltó su muñeca.
—Xiao Li, ¿te está haciendo daño? —dijo Wei Hantao, dando un paso adelante, preocupado por ella. Sabía lo fuerte que este hombre la estaba sujetando. Temía que el bruto estuviera clavando sus dedos en su preciosa piel.
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