Otra mañana llegó y Xenia se despertó en cuanto sintió la brisa fría corriendo contra su piel. Abriendo suavemente los ojos, frunció el ceño al ver que la cama estaba vacía. No es de extrañar que sintiera frío entonces, el calor de Darío no estaba a su alrededor en ese momento... sus brazos y su presencia...
Aunque rápidamente sonrió al sentarse y notar lo desnuda que estaba en ese momento.
—Buenos días —la saludó Darío con una amplia sonrisa en su rostro.
Ella le devolvió el saludo con la cabeza, pero parpadeó al ver los pergaminos que él sostenía en sus manos.
—Pluto volvió con la caravana. ¿Cómo es que ese caballo sabe dónde encontrarte? —murmuró Darío mientras le entregaba los pergaminos—. Intenté abrirlos pero no pude. Creo que los guardianes pusieron un hechizo en sus cartas. Además, la caravana con Pluto volvió con tantos regalos del Bosque del Elemento como cuando entró por primera vez.
Apoie seus autores e tradutores favoritos em webnovel.com