Observando su entorno, Osman soltó un profundo suspiro al avistar un jabalí para cazar y alimentar a su Rey y a la Princesa Xenia. Era inevitable, Su Majestad veía a través de sus trucos, y él sabía muy bien que esta era la forma en que su rey lo estaba castigando. Tenían un número decente de hombres para hacer tales cosas por él, pero en cambio, le hacían hacer todo el trabajo solo, incluso impidiéndole ordenar a sus hombres que lo hicieran por él.
—Qué hacer... qué hacer...
Habían pasado aproximadamente seis días desde que comenzó el entrenamiento de la Princesa. Y aunque ya habían logrado algunos avances, honestamente aún no estaba convencido de que ella siquiera lograría salir viva del Bosque de los Elementos una vez que entrara en él.
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