¿Pueden liberarla?

Qin Mufeng también se sentía extremadamente apenado por su hermana, pero estaba tan ocupado que no podía hacer nada para ayudarla.

Qin Yan sonrió con lágrimas en los ojos —Está bien hermano, entiendo —continuó— ¿Por qué me llamaste hoy? ¿Qué ocurre?

Qin Mufeng recordó el propósito de su llamada y respondió —Yan Yan, ¿puedo hacerte una pregunta? Por favor, no te lo tomes a mal.

Qin Yan aceptó —Sí, adelante.

Qin Mufeng, al otro lado, tomó una respiración profunda —Yan Yan, ¿con quién te has relacionado? ¿Quién fue el que te ayudó con tu accidente en aquel entonces? ¿Es un hombre?

Qin Yan escuchó las preguntas de su hermano y no se sintió ofendida. Simplemente no quería revelar la identidad de Xi Ting tan pronto, por lo que no podía decirle nada a Qin Mufeng en ese momento.

Sin embargo, dado que no quería mentir, dijo francamente —Hermano, lo siento pero no puedo decirte nada en este momento. Pero te contaré todo cuando sea el momento adecuado. Espero que puedas entenderme.